jueves, 25 de enero de 2007
5 impresiones críticas sobre la Alianza
Mientras la derecha chilena no se piense a si misma y elabore un relato propio que la transforme en una alternativa de mayoría, difícilmente llegará a la Moneda. La estrategia actual de la Alianza es incompleta y se limita exclusivamente a destruir moralmente a su adversario. Por un lado, está logrando dañar a la Concertación. Pero eso per se no la transforma en una opción atractiva frente al electorado. Más bien, profundiza la desafección y desconfianza hacia el sistema político aún más de lo que la izquierda ha logrado con sus prácticas de corrupción y la actitud de sus partidos.
Una nueva Alianza debe hacerse cargo de su historia y ser capaz de cambiar. En las columnas Alianza de segunda generación y David Cameron y lecciones propongo algunas pistas.
Aquí 5 impresiones críticas para seguir con la reflexión.
"Pero la derecha también tiene un déficit que podríamos denominar sociológico: una escasa capacidad de conectarse con las distintas "sensibilidades sociales" del país. Los trabajadores, los científicos, los ambientalistas, los hombres de letras y los artistas, entre muchos otros grupos, no parecen encontrar en el seno de este sector político reflexiones sobre las materias que a ellos les preocupan. Por cierto, no es que estén del todo ausentes, pero el mundo de la Alianza no aparece a los ojos del electorado particularmente diverso. "Chasconear" un poco los partidos y atreverse con propuestas algo más "radicales" no deja de ser riesgoso, pero si los partidos aliancistas renuncian a avanzar en esta dirección, difícilmente superarán su actual 38 por ciento y menos colocarán a uno de sus filas en el palacio diseñado por Toesca."
Harald Beyer
Revista Que Pasa, agosto 25 del 2006
"La alianza por Chile ha hecho grandes avances en términos electorales, pero pocos en dos flancos importantes: en términos de ganarse el afecto de los votantes y, menos aún, en términos de consolidar su credibilidad y la legitimidad moral de su opción.Su debilidad mayor parece ser la falta de coraje para defender sus propias convicciones y y la falta de valoración de porqué su opción política es buena y moral.
Ser de derecha en el mundo moderno significa aspirar a bienes que van mucho más allá de la eficiencia económica. Significa valorar la libertad individual como eje central de la organización social, política, cultural y económica; una cierta suspicacia respecto a los posibles abusos de poder que son consustanciales al ejercicio de cualquier gobierno, incluido el “gobierno amigo”, y buscar resguardos contra ellos. Ello, porque sólo en el ejercicio de la libertad personal una persona puede tener y ejercitar los mentados “valores”. Para ser moral hay que ser libre. Es solo en la elección autónoma entre el bien y el mal que adquirimos nuestra responsabilidad moral como seres humanos."
Lucia Santa Cruz
El Mercurio, 17 de septiembre de 2006
“La elite chilena del siglo XIX, obligada por las circunstancias históricas, se transforma en el segundo tercio del siglo XX, en derecha, ya que por primera vez tiene que competir en la arena política con fuerzas sociales antagónicas, convertidas en izquierda, las que desde esta posición desafían su control, hasta entonces indisputado, de la riqueza, del poder y de la consideracioón social.”
Sofia Correa Sutil,"Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX", 2005, página 9
“Su influencia es más cualitativa que cuantitativa. Se mide no en votos sino en riqueza personal, en ocupaciones estratégicas, en control comunicacional, en la distribución del estatus y en la densidad de sus círculos de reputación y de patrimonio… sus símbolos de poder son los salones, los clubes, los directorios, los colegios exclusivos, la información privilegiada y el tono de ascendiente moral con que acompaña sus actuaciones y negocios… La hipótesis más probable es que la derecha chilena esté condenada a ser influyente a cambio de su impotencia electoral”.
Lucio Favri, cientista político (Citado en La Nación, 22 de octubre 2006)
"¿Qué hace la derecha frente a esta “izquierda” racional y liberal?, ¿qué hace frente a ella una derecha acostumbrada a que su hora llegue cuando la demagogia populista de la izquierda desemboca en una inevitable crisis?...En algunos países los partidos de derecha han parecido querer cambiar de roles con los de la izquierda, convirtiéndose ellos en populistas. Hay interpretaciones del fenómeno Bush que van en ese sentido, por la forma que ha soltado las trenzas fiscales, tras ocho años de seriedad macroeconómica clintoniana: Bush ha bajado impuestos, que podría ser visto como una medida de derecha, pero simultáneamente ha subido el gasto fiscal, muchas veces aumentando programas populistas, y no solo, como algunos creen, por tener que incrementar el gasto militar con la guerra de Irak. En Francia la derecha bajo Chirac es netamente intervencionista. En otros países, como España, Nueva Zelanda o Australia, la derecha ha ganado elecciones contra una izquierda “liberal”, posicionándose como más liberal aún, viendo que su centenario capital político no está en prometer más “igualdad” que la izquierda, sino en prometer más racionalidad, más eficiencia y más libertad, aun cuando la izquierda también ahora promueva esos valores. En estos países se ha producido un círculo virtuoso porque se ha movido el eje político al punto que las contiendas electorales en lo económico se libran en torno a la eficiencia. Claro que surgen a la vez temas valóricos que son tal vez los que más dividen a los electorados y más diferencian a la derecha de la izquierda en algunos países: Estados Unidos y España son ejemplos candentes, en cuanto a temas como el matrimonio homosexual o la eutanásia."
David Gallagher, Estudios Públicos 98, Otoño 2005 (pag. 308)
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