viernes, 24 de agosto de 2007

Carville: It´s the senate stupid!



James Carville, el estratega electoral y jefe de campaña de Bill Clinton, está de vuelta. A cargo de la senatorial del 2008 del partido Demócrata, acaba de lanzar una original invitación a los netroots, confirmando la tendencia dospuntocerista del proceso electoral en USA. La idea es simple. El creador de "It´s the economy, stupid" se hace cargo de la sequía de ideas para la próxima "bumper sticker". Este concepto es básicamente un slogan, una catch phrase. Son esas ideas cortas, de la calle, que están en el subtexto de todo el mensaje de campaña, como el ultra citado "It´s anything, stupid". Se recomienda ver el video, que si bien es bastante predecible, es una demostración más que la bases son cada vez más protagonistas de las campañas.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Localismo según uno de sus ideólogos

Douglas Carswell es uno de los fundadores del Think Tank ingles Direct Democracy y creadores del Localismo, uno de los vanguardistas ejes del renovado proyecto del partido conservador. En esta entrevista, el MP Tory explica las claves del localismo, un concepto que en UK la está llevando en el mundo de los policy makers, transversalmente. Dicho sea de paso, en Chile se viene.

Partió el dospuntocerismo en la presidencial...?




A continuación, el mail que está circulando con un supuesto acto de generosidad de Piñera y su fortuna. No importa que sea falso, el caso es que estamos hablando del asunto, Emol informa de su existencia en su portada, y usted lo esta leyendo en un blog. Y como si fuera coincidencia, Escalona lo trata hoy de piraña y Pizarro de escorpión. ¿Partió la campaña anti-Piñera con netroots includos?. Time will tell.

"Estimados amigos, por favor no tome esto por una carta basura. Sebastián Piñera está compartiendo su fortuna. Si usted ignora esto se arrepentirá después. Decidido a dejar la empresa privada para dedicarse por completo a la actividad pública y desmintiendo los rumores que lo tratan como a un personaje materialista e inescrupuloso, Sebástián Piñera ha decidido compartir su fortuna con quienes remitan este e-mail a sus amigos, en un periodo de tiempo de una semana.

Por cada persona a la que usted remita este e-mail, Piñera pagará $245.00, por cada persona que reenvíe el mensaje que usted le envió $243.00 y por cada tercera persona que lo reciba, a usted se le pagará $241.00. En dos semanas, los asesores de Sebastián Piñera se pondrán en contacto con usted para pedirle su dirección y enviarle el cheque.

Yo pensé que éste era un engaño, pero dos semanas después de recibir este e-mail y remitirlo, un representante de Piñera se puso en contacto conmigo, pidió mi dirección y en unos días recibí un cheque por US$24, 800.00. Usted necesita responder antes de que la prueba haya terminado. Si alguien puede permitirse el lujo de hacer esto, Sebastián Piñera es el hombre. Para él todo es gastos de marketing.

Por favor remita esto a tantas personas como sea posible. Usted está destinado a obtener US$10, 000.00 por lo menos.
Comparta la noticia con sus amigos y feliz dieciocho!!!!!!!!!"

viernes, 10 de agosto de 2007

Los netroots en The Economist

La campaña electoral en USA está en pleno. Los netroots, activistas web del partido Demócrata, realizaron en Chicago su convención con la presencia de todos sus precandidatos (menos Biden). Los netroots han demostrado ser un notable ejercito virtual en las campañas electorales, logrando reconocimiento por primera vez en la de Dean el 2004. Son los responsables de la campaña de destrucción de George Bush en la red y ahora se juntaron para oir a sus líderes, y preparar la próxima ofensiva.
Lección número uno de los netroots para cualquier jefe de campaña: use la red para organizar a sus bases. Permitale a ellos la organización territorial de la campaña. Deles libertad total para desarrollar acciones de todo tipo, incluyendo atacar a sus adversarios (porque lo harán igual, sin su permiso...).

Aquí un artículo del Economist sobre la convención y un video notable: un "perfil" al hombre de los discursos de Bush, elaborado por los netroots para destruir la imagen de su presidente.




Political campaigning
Grown up and buttoned-down

Aug 9th 2007 | CHICAGO
From The Economist print edition
The netroots meet in Chicago

THE bloggers, activists and politicos who attended the second YearlyKos convention in Chicago last week were not too rowdy. They ate crab cakes and carried tote-bags. They attended panels on precinct organising and campaign finance. The air was filled with a soft, rhythmic rattle as dozens of people typed on laptops.

Not quite crazy lefties, in other words. This would have come as a surprise to Bill O'Reilly, the host of a Fox News programme. He recently compared the Daily Kos, the Democratic blog affiliated with the convention, to the Ku Klux Klan and the Nazi party. It is true that some of the site's commentators are vicious, shrill and sanctimonious; their posts can be cherry-picked and broadcast as evidence of left-wing lunacy. But one comment Mr O'Reilly got worked up about was that the pope was “a primate”—which is not so far from the truth, ecclesiastically speaking.

The bloggers, activists and organisers collectively known as the netroots are widely respected in the Democratic Party. The highlight of YearlyKos was a forum for the Democratic presidential candidates. All but Joe Biden, who was on a book tour, were there. It was a shrewd use of their time. As a group, the netroots are well-informed, highly engaged and increasingly influential.

Their pet candidate, Howard Dean, imploded in 2004 to the relief of congressional Democrats. But in 2006 they had some notable victories. A grassroots campaign to unseat Joe Lieberman, a Democratic pro-war senator from Connecticut, seemed less quixotic when Ned Lamont, his multi-millionaire opponent, won the primary. Several House candidates won competitive races after being infused with cash raised in the blogosphere, and netroots money helped Democrats win Senate seats in Virginia and Montana.

In 2008 the netroots will shift the balance of some congressional races. All politics may still be local, but more and more fund-raising takes place at the national level. Two dozen candidates turned up at YearlyKos to seek their fortunes. As far as the Democratic presidential primary is concerned, most of the netroots will be satisfied with whatever nominee the process turns up, even Hillary Clinton, and are directing their energies elsewhere.

It was apparent during the forum that many are suspicious of Mrs Clinton. She was booed for saying that she will continue to accept donations from lobbyists, for example. But it was equally clear that she has their respect. When a moderator misspoke of the need to keep pressure on “President Clinton”, meaning President Bush, the senator beamed and the crowd laughed nervously.

The success of the netroots presents challenges for them. In last year's mid-term elections, merely beating expectations was a triumph. When Mr Lamont ended up with just 40% of the vote in the general election it was hailed as a victory, although it sent Mr Lieberman back to the Senate with even less party loyalty than before. In 2008 candidates approved by the netroots will not seem like underdogs.

And after the next election the netroots will lose one of their greatest resources: George Bush. Anger with Mr Bush and the war in Iraq has kept liberal interest groups united thus far, willing to compromise on some issues in their pursuit of electoral success. With Mr Bush gone, the movement may start to turn against itself.

miércoles, 8 de agosto de 2007

La videopolítica 2.0



La política 2.0 es sin duda comandada por la idea acuñada por Sartori: la videopolítica. Antonio gutierrez-rubi, el mismo autor de Tengo un video para usted, analiza el caso UK en un completo post sobre el fenómeno. El texto parte así:
"La videopolítica en el Reino Unido ha ganado la credibilidad de los partidos, de los medios y, sobretodo, de la sociedad. Sin duda, la estrategia que David Cameron ha desarrollado desde hace meses con su WebCameron representa un salto cualitativo y cuantitativo que ha arrastrado al conjunto de la clase política a un uso intensivo de los recursos audiovisuales, combinados con el efecto viral y participativo de la web 2.0 y, en especial, de YouTube".
El posteo completo está aca.

martes, 7 de agosto de 2007

UNA PASIÓN RADICAL por David Cameron



Para los nuevos conservadores, son las comunidades (más que el Estado) quienes están mejor preparadas para efectivamente superar los desafios sociales.

David Cameron
7.8.2007
The Guardian

The last generation has seen a steady rise in living standards for the many and a relative fall in living standards for the few. Helping these "few" to catch up with the rest of society should be the most urgent political priority for the British government.

These are the people Ann Widdecombe once memorably called "the forgotten decent" - trapped in deprivation through no immediate fault of their own, unable to climb into the middle classes because of a series of barriers that completely block the route.

How do we dismantle these barriers? There are three important insights that should guide us. The first is that addiction, generational welfare dependency, debt, educational failure and family breakdown are strongly concentrated in very small neighbourhoods. Too often we in Westminster look at the country in terms of local authority areas. But these are too large to get an accurate picture of what is going on. There are parts of affluent Oxford, for instance, which rival parts of Liverpool in terms of deprivation. We need a more fine-grained approach to tackle multiple deprivation at the micro-level.

The second important insight is that these are social problems - and they require social as well as statutory solutions. This is something Tony Blair appeared to concede in a remark about the Sure Start system for children's services last year: "The hard-to-reach families, the ones who are shut out of the system ... they are not going to come to places like Sure Start." This is a feature of almost all large central government programmes. They lack the flexibility, the combination of moral toughness and sensitivity to people's personal circumstances, that is necessary to reach the most difficult cases.

The answer lies in communities themselves, not in well-meaning schemes directed from Whitehall. Social enterprises in particular represent a huge potential resource for our most hard-pressed communities. These are not - as many on the left claim - cut-price welfare organisations, commercial wolves dressed in the sheep's clothing of charity. They are fired by the same passion for public service that drives the statutory sector, but they deliver it in a way that is often more effective than the large and lumbering agencies of government.

The social enterprise is the great institutional innovation of our times. At the moment, however, we are not making nearly enough use of the potential of the voluntary sector. Only about 5% of public services are provided by independent operators, who report a range of financial and bureaucratic obstacles to effective contracting with government.

The third insight to guide us is that the smaller, locally based voluntary organisations, which are often the most effective at combating entrenched deprivation, are losing out to the large national operations. The government is funnelling the majority of its third sector funding to the big players, which in turn allows them to generate the publicity which ensures they also receive the lion's share of voluntary giving as well.

Today we are publishing a report on what I call social enterprise zones (SEZs). It develops these three insights into policy. Modelled on the enterprise zones that helped revive the economies of our inner cities in the 1980s, SEZs will give councils the power to create a radically deregulated environment for social enterprises and voluntary bodies.

The report proposes tax relief in SEZs and the creation of a community bank, a sort of central bank for the social enterprise sector. These are the types of idea which could help ensure that, in the next generation, we will see rising living standards for all.

lunes, 6 de agosto de 2007

Laboristas y conservadores en la era de Gordon Brown



Por Anthony Giddens, El País, 25.07.07

El largo adiós ya ha terminado, y Gran Bretaña cuenta con un nuevo primer ministro. Tony Blair se ha ido. ¿Desaparecerá con él la filosofía política que le caracterizó, la Tercera Vía?

La Tercera Vía es una etiqueta que designa la necesidad de poner al día el pensamiento de centro izquierda dadas las grandes transformaciones que está experimentando el mundo y, sobre todo, la influencia de la globalización, la interdependencia creciente de la economía mundial.

La Primera Vía es la izquierda socialdemócrata tradicional, que dominó las ideas y las prácticas políticas en el primer periodo de posguerra. Sus bases son la economía keynesiana y la noción de que el Estado debe sustituir al mercado en áreas fundamentales de la vida económica. Esta perspectiva fracasó a medida que la economía se globalizó y empezó a reconocerse que el Estado, muchas veces, es ineficaz, torpe y burocrático. La Segunda Vía es el thatcherismo o fundamentalismo del mercado; la convicción de que es preciso extender al máximo el ámbito del mercado, porque éste es quien distribuye los recursos de forma más racional y eficiente.

El thatcherismo produjo algunas innovaciones importantes y fue importante a la hora de restablecer la competitividad británica. Pero murió de muerte natural, cuando se hicieron visibles sus limitaciones. Durante los años de Thatcher, la pobreza y las desigualdades aumentaron más en el Reino Unido que en prácticamente cualquier otro país desarrollado. Y las inversiones en servicios públicos se fueron a pique. Era, pues, absolutamente necesario buscar una tercera alternativa, una estrategia política que tratase de conciliar la competitividad económica con la protección social y la lucha contra la pobreza.

Algunos han considerado que la Tercera Vía era un nombre para los titulares, un truco de relaciones públicas sin más, un punto de vista político vacío de contenido sustancial. Esta opinión está muy equivocada. El laborismo ha ganado tres elecciones sucesivas por primera vez en su historia, y muy bien podría ganar la cuarta, precisamente porque la Tercera Vía está llena de contenido. Seguramente, Gordon Brown no utilizará el término, y yo mismo he dejado de usarlo por todo lo que se ha malinterpretado. Pero Brown no va a volver al viejo laborismo, y no cabe duda de que utilizará —y seguirá desarrollando— la estructura fundamental del pensamiento político de la Tercera Vía.

Dicha estructura se basa en una serie de principios estratégicos clave, bien diferenciados del pensamiento de izquierdas tradicional. El primero es: apoderarse del centro político. Ningún partido socialdemócrata puede triunfar hoy si pretende atraer a una clase determinada. Lo importante es tratar de mover el centro de gravedad político hacia la izquierda. En los diez últimos años, el laborismo ha sabido hacerlo.

El segundo principio es: asegurar la fortaleza de la economía. Garantizar más justicia social significa contar con una economía más sólida, no al revés. Como es natural, éste ha sido uno de los puntos fuertes de Gordon Brown. Los gobiernos laboristas anteriores, casi sin excepción, acabaron en crisis económica a los pocos años de tener el poder.

El tercer principio es el de hacer grandes inversiones en los servicios públicos pero insistir en que vayan acompañadas de reformas destinadas a hacer que dichos servicios sean más eficientes y transparentes y tengan más capacidad de reacción. Para ello son esenciales la posibilidad de elección y la competencia.

El cuarto principio es crear un nuevo contrato entre el Estado y los ciudadanos, que incluya tanto derechos como responsabilidades. El gobierno debe proporcionar los recursos necesarios para ayudar a la gente a construir su propia vida; pero la gente debe cumplir con su parte del pacto. Por ejemplo, hasta ahora, las prestaciones de desempleo eran un derecho incondicional. Ahora bien, esa situación invita a no asumir ninguna responsabilidad personal y tiene el efecto de impedir el acceso de los trabajadores a determinados puestos de trabajo. Las personas que pierden su empleo deben responsabilizarse de buscar trabajo y, al mismo tiempo, deben tener la posibilidad de actualizar su formación cuando lo necesiten. Es una estrategia que ha demostrado su eficacia. Gran Bretaña posee uno de los índices de empleo más elevados del mundo, y por encima de un salario mínimo en alza.

Por último, el principio más controvertido —aunque crucial para el éxito del laborismo—: no permitir que la derecha política monopolice ninguna cuestión, una posición en la que Brown también se mantendrá. La derecha suele dominar siempre en áreas como el orden público, la inmigración y el terrorismo; tenemos que buscar soluciones de centro izquierda a estos problemas. Dadas las repercusiones que tiene el hecho de vivir en un mundo más globalizado, es preciso que encontremos un nuevo equilibrio entre las libertades civiles y la seguridad.

Gordon Brown seguirá recurriendo a la Tercera Vía, igual que, en la práctica, lo hacen hoy todos los líderes de centro izquierda del mundo entero a los que les va bien. Eso no significa que no vaya a buscar nuevas estrategias y hacer cambios. No tiene más remedio. Como dijo él mismo, “se han cometido errores”; no sólo uno catastrófico en política exterior, sino también muchos en los asuntos nacionales. Por ejemplo, el laborismo no ha actuado suficientemente contra las desigualdades, y Brown tiene que volver a estudiar la cuestión de las libertades civiles. Pero no abandonará las ideas centrales que han transformado el rostro político del país.

Así que el pesimismo que era tan visible en las filas laboristas hace unos meses se ha evaporado. De pronto, con un nuevo líder y primer ministro, todo vuelve a parecer posible. Mientras tanto, los conservadores, que, hace poco, parecían acumular una ventaja amplia y sostenida en los sondeos, parecen vulnerables y sin rumbo. ¿Por qué?

Una explicación podría ser el previsible efecto Brown, un cambio meramente temporal de opinión debido a toda la atención que ha suscitado el traspaso de poderes en el gobierno del Reino Unido. Quizá Gordon Brown no aguante bien la transición al cargo de primer ministro. En otros países ha habido casos (el más conocido es el de Paul Martin en Canadá) de políticos que habían tenido éxito como ministros de Hacienda y, sin embargo, fracasaron al hacerse cargo del mando supremo. Ahora bien, David Cameron haría mal en fiarse de esa posibilidad. Brown es un político excepcional. En encanto y atractivo personal no es Blair, pero, a estas alturas, es posible que los electores prefieran otro estilo de liderazgo, y Brown podría ser la persona adecuada para proporcionarlo.

Lo que tienen que hacer los conservadores es revisar seriamente su estrategia. Cameron ha sido una inyección de aire fresco en el partido. Muchos de los cambios que ha hecho eran necesarios. El thatcherismo está muerto; Blair ha vencido nada menos que a cuatro rivales conservadores que se empeñaron en seguir siendo thatcheristas.

Pero Cameron parece haber creído que el nuevo laborismo triunfó porque supo manipular la opinión pública, que todo su fundamento eran las relaciones públicas y las frases para titulares. Es una idea muy extendida, pero está muy equivocada. Desde el principio, la base del nuevo laborismo fue una agenda política detallada y sólida, que se basaba en un análisis serio y minucioso del mundo en transformación.

No veo un análisis similar en los discursos de David Cameron. Cualquier gran transformación en política tiene unas bases intelectuales. Por ejemplo, el thatcherismo se construyó a partir de importantes revisiones de la teoría económica. Se desecharon las ideas keynesianas y se dijo que el Estado de bienestar estaba creando unos ciudadanos pasivos y dependientes. Cameron necesita una contribución intelectual más seria y constante a sus ideas.

Por último, es fácil ver todos los defectos que tiene un concepto de los conservadores, la responsabilidad social, a la que David Cameron da tanta importancia. Pretende que este concepto sea la línea de separación entre conservadores y laboristas. Brown, afirma Cameron, cree en el gobierno desde arriba y en el gran Estado, mientras que los conservadores quieren transferir el poder a la gente de la calle, en particular a través de grupos no gubernamentales como las asociaciones de voluntariado.

En primer lugar, es muy posible que Brown eche por tierra las expectativas y se dedique, él mismo, a promover una transferencia radical de poderes. Ya ha dado señales de ello al aceptar —aunque con retraso— las academias municipales, y va a hacer lo mismo con los hospitales controlados por fundaciones. Pero más importante aún es el hecho de que no se han estudiado debidamente las repercusiones de la responsabilidad social en la estrategia política.

Hace poco di una charla en un think—tank conservador de Londres. Hablé sobre la importancia que tiene el cambio de estilo de vida como concepto en la política actual, en áreas que van desde el cambio climático hasta la salud. La reacción de un importante político que se encontraba entre el público fue decir que estamos de nuevo ante el Estado niñera y que la gente debe poder tomar sus decisiones sin que el gobierno interfiera con su propaganda. Dijo que no deberían existir prohibiciones de fumar, que los conductores sólo deberían llevar el cinturón si les apetece y que no deberían hacerse campañas sobre los hábitos alimenticios. Cuando le pregunté cómo era compatible eso con la responsabilidad social que él mismo había ensalzado unos minutos antes, no supo responderme. Es evidente que conseguir que la gente asuma más responsabilidad social por sus acciones significa cambiar su comportamiento. En aquella discusión, bastante exhaustiva, no oí ninguna sugerencia sobre cómo lograrlo.