sábado, 13 de octubre de 2007

Pacto social por Felipe Kast




11 de octubre, 2007
Diario Financiero

Hoy la división entre buenos y malos no es clara. Si nos fijamos en las ideas y nos olvidamos de los apellidos a ratos es difícil saber donde está la izquierda y la derecha


Me parece oportuno analizar el reciente llamado a apoyar el pacto social que nos hiciera nuestra Presidenta.

El comunicado de prensa emitido el martes deja claro que se trata más bien de un pacto político para aprobar ciertas leyes. Sin embargo, el fondo del mensaje, que busca poner los problemas sociales por encima de rencillas políticas, es fundamental.

Antes de entrar en el fondo, un comentario de forma. Si lo que se busca es un pacto político para avanzar en temas clave, llama la atención que el llamado sea a través de la prensa. No sólo reduce la probabilidad de tener éxito en el pacto, sino que genera una contradicción entre la forma y el fondo; mientras el fondo del mensaje busca despolitizar los temas “país”, la forma saca dividendos políticos a través de la prensa. ¿Por que? Una hipótesis es que el objetivo es alinear al oficialismo más que a la oposición.

Volviendo al fondo; lo que se busca es un pacto para sacar del inmovilismo político ciertos problemas sociales fundamentales. ¿Será posible? ¿o es una más de esas frases de panfleto que ya no sorprenden en política? Mi respuesta es mixta. Es muy factible, pero para implementarlo se deben romper moldes, tomar riesgos y ceder algunos aplausos. Para hacer un pacto es necesario que todos participantes se lleven crédito, no sólo quien lo propone.

Imaginemos que en vez del llamado por la prensa se hubiese escogido la siguiente estrategia. La presidenta Bachelet pide a los presidentes de los partidos que se junten a una jornada por un fin de semana. Seis personas, algo íntimo. Imposible decir que no. Tres temas fueron planteados para este pacto: reforma previsional, reforma educacional y seguridad ciudadana. La jefa de Estado llega a la jornada con los proyectos listos y sabiendo cuáles son los puntos difíciles para cada partido. Se negocian estos puntos en forma privada y se les asegura que los dividendos políticos serán compartidos equitativamente entre quienes aprueben el programa.

Con un proceso de este tipo no sólo se obtienen los votos necesarios para aprobar las leyes, sino que obtiene capital político para enfrentar a grupos de interés que se oponen a reformas de primer orden; como es el caso de educación y salud.

Lo anterior era más difícil hace 15 años. Hoy, sin embargo, las diferencias en los proyectos no siempre radican en el contenido sino más bien en la distribución de sus ganancias electorales.

Y cuando hay diferencias en contenido éstas tienden a magnificarse más allá de las posiciones originales con fines electorales, como fue el caso de las leyes laborales.

En suma, hoy la división entre buenos y malos no es clara. Si nos fijamos en las ideas y nos olvidamos de los apellidos a ratos es difícil saber donde está la izquierda y la derecha. Seguir pensando en un mundo bipolar es pelear con fantasmas. No hay enemigos, sólo problemas graves que resolver.

La antigua discusión dogmática sobre el tamaño del Estado es poco conducente. Tal como sugiere Giddens en “La Tercera Vía”, no debemos pensar tanto en agrandar o en achicar el Estado, sino más bien en reestructurarlo, modernizarlo. Como economista es natural pensar en costo y beneficio marginal, y el mismo principio de aplica para el tamaño del Estado; cortemos los programas malos y extendamos los programas buenos. Es sorprendente lo fácil que es coincidir en este punto, incluso con amigos que se autodenominan de extrema izquierda (aunque no exista mucha claridad sobre su significado hoy en día).

Inspirados en la idea de dialogar desinteresadamente por un Chile justo, la semana pasada se fundó Independientes en Red (www.independientesenred.cl). La idea es simple; crear una plataforma sin aspiraciones electorales pero con serias aspiraciones para influir en el debate público.

La filosofía de IR es bastante novedosa y se relaciona íntimamente con la idea del pacto social; un solo objetivo, pero muchas voces. Hay confianza en que un diálogo abierto y tolerante genera las mejores propuestas. No hay miedo al debate interno, se comparte el mismo norte. Esta suerte de wikipolitics puede cambiar la forma de hacer política en el mediano plazo. Observar este modelo de negocio podría ser determinante para el éxito del pacto social anunciado recientemente.

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