sábado, 13 de octubre de 2007

A las juventudes aliancistas



En la edición del 6 de octubre, la revista Qué Pasa publicó una crónica de Alfredo Jocelyn-Holt con las supuestas tres almas que existirían dentro de la Alianza. "Un estudiante de Derecho y de derecha" representa a las nuevas generaciónes. Y si bien la exageración del historiador es evidente en varias partes, claramente es capaz de dibujar una generación que demanda la modernización y un espacio de participación en el futuro proyecto de la Alianza.
Aquí la crónica del joven Alfredo.

Por una derecha XP (extraparlamentaria)

A las juventudes aliancistas:

Seamos realistas, la derecha está empatada consigo misma y con la Concertación, pero en esa ecuación, a la larga, ella no es nada, no tiene el poder real, no está en La Moneda.

Nosotros somos de otra generación, no tenemos por qué pagar los platos rotos. Precisamos de una derecha de verdad, desprejuiciada, progresista, cosmopolita y no hipócrita.

Basta ya con los fósiles de cuando no se movía ni una hoja gracias al "Tata". Tampoco queremos más políticos y empresarios entrados en carnes y canas, retratándose en las páginas sociales después del recital de Julio Iglesias. Fuera el country set acostumbrado a tandas de golf, cócteles, matrimonios, directorios, seminarios sobre management y jornadas de caridad, que luego se recoge a sus reclinatorios para ponderar las cifras de delincuencia, las nuevas tasas de la Federal Reserve y el comportamiento del dólar en los mercados internacionales, mientras la señora (con su nuevo peinado a lo Bachelet, recién estrenado, y su tercer lifting) cuenta sus impresiones de la velada: lo simpático que es la pareja de la ministra tal y cual, lo inofensivo que se ha vuelto ese "comunacho" ahora gerente general de empresa pública o privada (qué más da) y qué horror son estos díscolos que últimamente le hacen la vida tan difícil al "modelo". No todos los carcamales fácticos asisten a las misas en Los Boldos.

Hay que ser absolutamente modernos, como diría Rimbaud. Ya no más beatos. Por el contrario, debemos estar a favor de la píldora del día después, abiertos a discutir una legislación pro aborto, flexibilizar el divorcio y aceptar el matrimonio gay. Nos fascina la cultura, no nos asusta el mundo globalizado (nos subimos y bajamos de YouTube todo el día), y no somos machistas. Les hablamos de tú a vos a los "liberales" concertacionistas. No tenemos complejos, hemos leído los mismos libros y podemos ir a las mismas universidades "top", aquí y en el extranjero.

Así las cosas ¿qué pueden ofrecer los huasamacos de RN o el club de amigotes de la UDI a gente como nosotros?

Y eso que somos de derecha. No somos amargados, hemos ido a colegios pagados, hemos viajado, no nos ha faltado agua caliente y no somos ni finolis ni faltos de humor. Un poco hijitos de papá, claro está, pero eso tiene sus inconvenientes. Nuestro único pecado original es que somos hijos y nietos de esos carcamales. Qué le vamos a hacer, no podemos renegar de todo.

No puede ser que nuestra única alternativa sean ad eternum los Max Neff, Hirsch o Moulian. Suenan bien, como la Violeta Parra, Víctor Jara y los Quilapayún para la generación de nuestros padres, pero un poco forzado, como de travestis, si nos pillan en medio de ese lote. ¿Con qué cara vamos a pedir una beca Presidente de la República o sumarnos a las marchas? Por eso creemos en la igualdad de oportunidades, la meritocracia y la iniciativa individual. Queremos cargos (nuestros profesores nos han hablado mucho del "espíritu público"), pero sin votos ¿cómo?

Bueno, es cosa de ver cómo los otros lo hacen. La izquierda extraparlamentaria tampoco tiene los votos, pero de cuando en cuando hace la diferencia; la Bachelet no ha sido malagradecida. Si uno lo piensa, la Concertación no existiría sin este otro referente. Lejos del gobierno, no espantan al centro, y se les tiene cortitos. En cambio, cuando se los necesita, ahí están, se cuadran y se les toma en cuenta.

¿Por qué la Alianza no tiene esa misma flexibilidad pragmática? Allamand lo intentó, más o menos, pero se tuvo que ir de viaje y todavía no vuelve.

Si nosotros fuéramos un referente extraparlamentario tomado en serio, hasta los izquierdistas puede que se nos sumen.

Nuestra oferta política actual presenta una asimetría grave. Nos falta una derecha extraparlamentaria que nivele la mesa coja, abra el abanico de posibilidades y en una de ésas nos damos un regalo bien merecido: una derecha suficientemente moderna y progresista como para comenzar a vislumbrar ser gobierno alguna vez.

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