jueves, 18 de octubre de 2007

(Otras) verdades inconvenientes


La mayor inequidad es creer que las personas, especialmente los más pobres y necesitados, no son capaces de tomar sus propias decisiones y hacerse responsables de ellas.

Axel Christensen
17 de octubre de 2007
Independientes en Red

Nuevamente la forma le ha ganado la mano al fondo en la discusión nacional. Mucha atención se ha puesto a si es posible ser oposición y apoyar al oficialismo al mismo tiempo. Sin embargo, lo central ha pasado a segundo plano: la oportunidad, la necesidad, de establecer una visión conjunta de país, de la cual todos nos sintamos parte y que, finalmente, nos lleve a ser un país de primera.

Existe ya un amplio consenso que nuestra sociedad requiere de mayores niveles de equidad, aunque podamos diferir aún tanto en la definición de esta equidad como en los caminos para lograrla. Pero tenemos un punto de partida claro que no podemos desperdiciar.
El Consejo Asesor Presidencial Trabajo y Equidad es ese punto de partida para avanzar a un gran Acuerdo Nacional o Pacto Social, que nos lleve a ser un país desarrollado no más allá del año 2020. Ese desarrollo no puede excluir la equidad.

Pero ¿qué entendemos por un Chile donde hay equidad? Tenemos claridad que un país equitativo es uno donde la confianza en las personas toma un rol central en la sociedad. La confianza que hace posible que esas personas puedan tomar, libremente, decisiones que les permitan mejorar sus niveles de vida. Esta confianza también requiere de una red que nos proteja en caso de equivocarnos, y nos incentive a volver a intentarlo. Así, para lograr la equidad, es esencial luchar para que cada uno de nosotros tenga acceso a las herramientas para forjar nuestros propios destinos.
Y, ¿cómo llegar a ser un país equitativo? Un primer paso es ponernos de acuerdo en lo que sabemos que funciona y dejar de lado muchos de los mitos relacionados con la equidad.

El Premio Nobel de la Paz de este año, el ex Vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, puso el tema del calentamiento global en el centro de la opinión pública a través del documental “Una Verdad Inconveniente”, que llevó a muchos a salir de un letargo de dudas respecto al tema.
También existen varias “verdades inconvenientes” que resultan molestas al momento de hablar de un tema tan relevante como la equidad, pero al reflexionar sobre ellas se hacen evidentes.

Primero, la mayor inequidad es creer que las personas, especialmente los más pobres y necesitados, no son capaces de tomar sus propias decisiones y hacerse responsables de ellas. Bajo la justificación de que no tienen la capacidad de elegir bien, generalmente se termina transfiriendo el poder de elección a otros, quienes suelen usarlo, desgraciadamente, para sus propios intereses. No hay que olvidarse que el año pasado el Premio Nobel de la Paz recayó en alguien -Muhammad Yunus- que nos demostró que las personas tienen a su alcance la manera más potente y digna de salir de la pobreza: hacerse cargo de sus propios destinos y generar lazos de confianza con los demás.

Segundo, la inequidad no es problema del modelo económico. Pensar lo contrario es pedirle peras al olmo. El mercado no es un fin en sí mismo, es tan solo una herramienta para asignar eficientemente los recursos (versus, por ejemplo, una economía planificada centralmente). Son los valores de una sociedad los que importan al momento de superar la inequidad. Valores como la responsabilidad y la confianza hacia los demás son los que permitirán construir una sociedad más justa y equitativa, y que es perfectamente compatible con el mercado como mecanismo de asignación de recursos.

Tercero, la equidad no sólo es un problema de recursos. Ciertamente son importantes los recursos destinados a combatir la pobreza u ofrecer una red de seguridad sobre la cual se puedan levantar las personas cuando enfrentan condiciones más difíciles. Sin embargo, la evidencia es ya bastante contundente para identificar a la falta de una adecuada gestión de los recursos como uno de los principales problemas para avanzar hacia una sociedad más equitativa. La falta de responsabilidad y transparencia en la asignación de los recursos y su posterior monitoreo son falencias que debemos abordar de manera urgente. Si bien la difusión pública del presupuesto fiscal es un paso adecuado y necesario, no es suficiente. Se requiere también incluso mayor transparencia al momento de evaluar el uso de los recursos asignados, particularmente hacia programas sociales, y entender dónde y por qué existen falencias o dificultades, como sub-ejecuciones presupuestarias o abiertamente episodios de corrupción.

Ha llegado el momento de encarar la equidad con la misma seriedad que debemos enfrentar otros temas que nos incomodan, como el calentamiento global. Ha llegado el momento de hacernos cargo, juntos, de hacer de Chile un país de primera. Si no lo hacemos y no aprovechamos la oportunidad de avanzar hacia un gran Acuerdo Nacional, entonces debemos empezar a buscar buenas explicaciones para darles a nuestros hijos y nietos sobre por qué no lo hicimos.

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