viernes, 5 de octubre de 2007

Luis Felipe Merino: Nace un sueño

A propósito del lanzamiento de Independientes en Red, Luis Felipe Merino publicó en la web de IR esta potente columna.
Estamos en Red!



Nace un sueño

Este sueño se construye por muchas, muchísimas voces, y por tanto nadie sobra. Al final, eso, la participación de muchos, es lo que hace grande a las naciones y las saca del letargo.

Hoy nace Independientes en Red. Y como en todo nacimiento, una serie de emociones y sentimientos se entremezclan.

Por un lado hay ganas de celebrar, de gritarlo a los cuatro vientos, de descorchar champaña y tirar la casa por la ventana. Razones para hacerlo abundan. Mal que mal, este nacimiento no es fortuito, se planeó a conciencia, costó trabajo y se esperó por mucho, mucho tiempo.

Por el otro lado hay miedo. Un miedo profundo. El natural miedo que se siente ante los grandes desafíos. El tipo de miedo que han sentido, por al menos un segundo, aquellos que han sido padres, ante la primera visión de ese recién nacido que llega a cambiar su vida para siempre.

Y no podría ser de otra forma. Eso suele ocurrir cuando se arriesga, cuando se pone el corazón, cuando se decide compartir un sueño. Porqué quizás, Independientes en Red, más que un movimiento, es simplemente eso: una invitación a compartir un sueño. El sueño del país que quisiéramos tener para el año 2020. El sueño que se contiene en lo que hemos llamado nuestra Visión 2020 y que no es sino el resultado de un largo proceso de reflexión llevado a cabo, durante varios meses, por las cincuenta personas que hoy fundan Independientes en Red.

De seguro más de alguien, al leer estas líneas, creerá que se exagera, sentirá olor a melodrama, pensará “a otro perro con ese hueso”. Y mal podríamos culparlo. Hablar de sueños en Chile, hoy resulta casi de mal gusto, huele a algo de otra época, casi pasado de moda. Algo incluso inadecuado para un país profundamente dividido desde hace ya varias décadas y donde parecen coexistir dos visiones de país, del todo excluyentes la una de la otra. Pero cuidado. Quizá por eso mismo hoy, cuando se expande la sensación de que se ha perdido la capacidad de pensar en el país que queremos y el debate público se pierde en la contingencia estéril, es cuando más se debe ir contra la corriente.

Se lee en nuestra Visión 2020:

“Cuando se vive con desconfianza, se pierde la sensación de comunidad, el sentido de pertenencia y las ganas de transformar nuestras ideas en acción. Mirando al 2020, el sueño que nos convoca consiste en construir con todas las manos un Chile que confíe en las personas. Será distinto, será mejor, será más nuestro que nunca. "Quién sabe, quizás algún día podamos hablar del sueño chileno”.

Ese es el desafío y no otro. Desafío nada fácil. Desafío que, en efecto, requiere destacarse en negrillas. Tal como requiere hombres y mujeres dispuestos a desprenderse de sus prejuicios, a romper la dinámica del Sí y el No, a olvidar la lógica de los buenos y los malos, para abocarse a pensar y a debatir, sin urgencias, pero con responsabilidad y patriotismo, sobre el país que queremos construir, sobre a dónde debemos llevar a Chile para el 2020, sobre cómo construir un sueño común de país, que incluya y sea abrazado por muchos.

Todos aquellos que crean que este debate es urgente, sean hoy muy bienvenidos.

Este es desde hoy su sitio para participar y hacerse oír. Este sueño se construye por muchas, muchísimas voces, y por tanto nadie sobra. Al final, eso, la participación de muchos, es lo que hace grande a las naciones y las saca del letargo. Ya bien lo dijo Sarkozy, en su ya famoso discurso de Bercy, de una forma difícil de mejorar:


“Pero la nación no es sólo la identidad. Es también la capacidad de estar juntos para protegerse y para actuar. Es el sentimiento de que no se está solo para afrontar un futuro angustioso y un mundo amenazante. Es el sentimiento de que, juntos, se es más fuerte, y podremos hacer frente a lo que, solos, no podríamos afrontar”.

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