jueves, 28 de febrero de 2008
Soñar no es tan fácil
Felipe Kast
Diario Financiero
28/2/2008
Pasar de una sociedad basada exclusivamente en derechos a una sociedad donde la política entrega deberes y protagonismo a la sociedad civil.
No es nuevo que el ser humano es un sujeto social. La felicidad, diría la gran Madre Teresa, está en relación inversamente proporcional con el sufrimiento ajeno. Y luchar por un mundo justo, entonces, no es sólo un acto de generosidad, sino también expresión de sabiduría interna y entendimiento de la propia naturaleza.
Por lo mismo, más que egoístas y generosos, hay sabios y necios. Mientras los necios nos miramos el ombligo y protegemos nuestros castillos de naipes, los sabios se dan cuenta de que la vida no es un juego de suma cero; nuestra plenitud se encuentra atada a la fortuna del resto. No es lo mismo vivir en un lugar donde todo ciudadano tiene igualdad de oportunidades, que vivir en una sociedad donde los privilegios pueden ser comprados.
Sin embargo, pasar de un equilibrio a otro no es simple. Somos necios porque, dado el sistema social donde vivimos, preferimos serlo. Muchas veces consideramos de mal gusto ponerse demasiado sensibles como para utilizar la palabra “injusticia”. Y es que somos una sociedad con heridas de guerra. De acuerdo, sería inadmisible tropezar nuevamente con la piedra de los atajos económicos, pero no podemos olvidar que el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio extremadamente efectivo para generar oportunidades y derrotar la pobreza.
Y descansar en el mercado (y/o en el Estado) para superar las injusticias pareciera no ser suficiente. Las barreras sociales y la cultura importan; nuestras decisiones más relevantes, como qué o cuánto estudiar, se basan en expectativas. No basta con que exista un puente; tenemos que querer cruzarlo. No basta con la caña de pescar; hay que tener fe en que el río trae peces. Necesitamos que la sociedad civil visualice el sueño y lo transforme en una necesidad urgente, real y factible. Tan urgente que ningún sindicato o grupo de interés tenga el capital político como para impedir realizar lo que sea necesario para lograrlo.
¿A qué aspiramos? A que el niño chileno respire en el ambiente, partiendo por su hogar, una ansiedad por comerse una sociedad llena de oportunidades. Nada regalado, sólo oportunidades, pero no menos que eso. ¡Que fácil es soñar!, me dirán. No lo creo. Nos cuesta mucho soñar y aun más creer en nuestros sueños, y sin sueños es difícil avanzar. La razón es simple. Si tenemos el norte claro, y lo podemos tocar con nuestras manos, entonces las mediocridades que nos tienen atrapados se hacen intolerables.
El gran problema, y lo que impide ver la realidad con la honestidad de un niño, es el aislamiento. No cabe duda, vivir en nuestros castillos con altas paredes es generalmente más cómodo; una vez al tanto del dolor ajeno nos convertimos en cómplices del mismo y la lógica de una sociedad integrada empieza a funcionar.
Jeff Skoll, primer presidente y fundador de ebay.com, decidió que no era suficiente con crear una de las empresas más conocidas del mundo y dedicó su fortuna a crear películas que rompieran el ciclo de la ignorancia frente a temas que él considera relevantes. Su tesis se basaba justamente en que los cambios se generan cuando la sociedad civil se informa y conecta íntimamente con los desafíos sociales. De ahí en adelante, argumenta, la propia naturaleza social del hombre hará el resto. ¿Y qué más efectivo que una película para transmitir el mensaje? Basta con preguntarle a Al Gore, a quien Skoll le propuso la idea de transformar su charla en el documental “An Inconvenient Truth” (que terminaría ganando dos premios de la academia, incluyendo el de mejor documental).
Esta idea de conectar a la sociedad civil con sus propios desafíos es lo que se ha venido instalando en política como la necesidad de redistribuir responsabilidades. Pasar de una sociedad basada exclusivamente en derechos a una sociedad donde la política entrega deberes y protagonismo a la sociedad civil. En concreto, devolver y explicitar roles que se encuentran olvidados en la dialéctica Estado-mercado; el de los padres en el proceso educativo de los niños, el del individuo en el cuidado de su salud, el del vecino en la seguridad del vecindario, el del empresario y trabajador en el ambiente laboral, el de la familia con el medio ambiente. En cada uno de estos ejemplos la responsabilidad de la sociedad civil no sólo es necesaria sino difícilmente reemplazable. Lo que nos falta es seguir el ejemplo de Skoll y conectar a la sociedad civil con sus tareas fundamentales.
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