viernes, 1 de febrero de 2008

Crisis de representatividad: su verdadera causa


Arturo Matte
La Segunda
9-1-08

Durante los últimos años, han proliferado en Chile diversas iniciativas de participación ciudadana. Basta observar la masificación, el fortalecimiento y la influencia que han tenido los centros y federaciones de estudiantes universitarios, de colegios y liceos. Sorprende, asimismo, el arrastre de iniciativas sociales más recientes, como Misión País o Un Techo para Chile. Y es destacable el surgimiento de movimientos ecológicos, pro vida o en defensa de los grupos homosexuales, antes impensable en nuestro país. También ha aumentado el número de fundaciones e instituciones sin fines de lucro de carácter filantrópico, o los movimientos gremiales y sindicales. La proliferación de foros y blogs es otra demostración de la activa participación ciudadana. En síntesis, Chile vive un apogeo de iniciativas de participación.

Sin embargo, y paradójicamente, este auge no se da en el ámbito político. Existen más de dos millones de chilenos en edad de votar no inscritos en los registros electorales; los partidos se encuentran en una verdadera crisis de militantes, y la actividad política ha pasado a ser de unos pocos, alejada totalmente de la ciudadanía. El fenómeno de los parlamentarios independientes es también un síntoma, si no una consecuencia, de esta crisis. Muchos han diagnosticado un problema serio de representatividad política, que ha debilitado enormemente nuestra democracia.

Es cierto que en esta materia el país requiere cambios estructurales; sin embargo, sería injusto señalar la ausencia de reformas como la causa principal de esta crisis de participación política. También es un error culpar de ella a la indiferencia ciudadana, porque ésta no es tal.

Ocurre que la política ha dejado de ser vista como una forma efectiva de solucionar los problemas y enfrentar los desafíos del país. Ha perdido, en este sentido, eficacia, y, como consecuencia, ha dejado de ser del interés generalizado de la ciudadanía, la que ha canalizado sus inquietudes en otras iniciativas ajenas a la política. Tanto así, que la gran mayoría, por ejemplo, no ha sido capaz de dimensionar la relevancia de su voto.

Chile no vive una crisis de participación ciudadana; la que está en crisis es la política como espacio de participación, pues ha perdido credibilidad frente a la ciudadanía. Así, el desafío inmediato es mejorar los índices de eficiencia del quehacer político, de tal forma que la ciudadanía vea en ella un medio real y eficiente para solucionar los problemas del país.

1 comentario:

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

No es la Política la que está enferma, sino que es específicamente el campo político partidario el que se agota en sus propias lógicas, contradicciones e incoherencias, pierdiendo fuerza y legitimidad como espacio representativo y de participación política.

Es decir, se debilita el recurso discursivo e institucional en el que se sustenta el dominio del campo político como eje de lo político, por parte de los partidos políticos, sus coaliciones, sus centros de estudios y organismos asociados.

Si la gente vota menos, se inscribe menos, y confía menos, entonces el poder político-partidario en general pierde su hegemonía como medio de representación y legitimidad, en cuanto a la toma de decisiones.