viernes, 2 de marzo de 2007

El mérito y los “hijos de”



Los últimos días hemos sido testigos de una gran fiscalización al gobierno por las Becas Presidente de la República. La pelota la puso en el punto penal Patricio Navia y fue servida por el presidente de la UDI, Hernán Larraín. Dicho sea de paso, mi padre. El hecho a generado un gran revuelo. No solo obligó al Gobierno a dar un primer paso en transparentar la situación sino que ha provocado una serie de discusiones sobre el mérito, las redes de contacto y los “hijos de”. Si bien en este momento lo central es continuar transparentando los criterios con que han sido otorgadas las becas y conocer el (in)cumplimiento de los becarios respecto a las obligaciones que esta impone, aprovecho la oportunidad para hacer un punto respecto del mérito y los “hijos de”.
"Lo que más me da lata asumir es que no se valoren las capacidades". La frase es de Sebastián Dávalos, el “hijo de” la presidenta en la ya famosa entrevista a la Revista El sábado de El Mercurio y punto inicial de la polémica. Davalos se quejaba de las sospechas sobre sus talentos y era solo el primero. Desde que explotó el conflicto, varios "hijos de" (o los propios padres) que han obtenido las Beca Presidente de la República han expresado su molestia por las dudas que se han levantado respecto de sus méritos, justificando lo justo que es haberlas recibido. Un argumento se repite: los "hijos de" no deben cargar con el prejuicio sobre la calidad de sus méritos pues son personas independientes y que por lo tanto, no se deben mezclar las cosas. Sin embargo, esto no es posible y aun más, la sospecha es fundada.
Ser "hijo de" en Chile es en general, pertenecer a ese 10% de la población que nace con los privilegios de la mejor educación posible, un gran capital social y una sólida red de protección. No solo eso, ser "hijo de" abre puertas, muchas veces puede facilitar conseguir un trabajo y para ciertas personas es una manera de generar puentes con personas influyentes.
Es cierto que hay un gran costo. El mérito por el hecho de ser "hijo de" siempre será puesto en duda, se tenga en mayor o menor medida. Sin embargo, en una sociedad como la que queremos construir donde el talento hace la diferencia, los "hijos de" deben afrontar todos los cuestionamientos correspondientes y asumir que el respeto de los demás es una empresa difícil de lograr. Especialmente en Chile, donde históricamente pertenecer a ciertas familias y portar ciertos apellidos es una garantía de privilegios. Esta realidad, si bien está profudamente instalada, deba cambiar.
En lo central, si bien ser “hijo de” tiene costos y beneficios. Los beneficios son mucho mayores. Cargar con el prejuicio y la sospecha respecto de los méritos propios es una realidad respecto de la cual no caben quejas. En una sociedad de oportunidades donde el mérito es lo importante, los “hijos de” deben tomar aun más responsabilidades. Por de pronto, aceptar las dudas sobre las capacidades propias y ser parte de un cambio cultural a una sociedad inclusiva y de oportunidades abiertas.

4 comentarios:

memoriadepez dijo...

Cuando comencé a leer tu columna, pensé que ibas a hablar de tu experiencia personal. Qué hay con eso?

Alvaro Egaña dijo...

Si. Apoyo a Ana. Tú eres, sin duda, un "hijo de" (parafraseándote a ti mismo). ¿Qué podrias aportar de tu propia experiencia?.

Hernán Larraín M. dijo...

La verdad es que entrarle a la experiencia personal es llevar un poco lejos el asunto. El objetivo es simplemente decir que ser "hijo de" implica asumir la sospecha de los privilegios. Empezar a contar que ha significado esto en mi vida es más una historia para el sicólogo que para un blog sobre política. Espero no decepcionar. Con todo, tampoco hay una historia muy novedosa. Al final, todos tenemos que matar al padre de alguna u otra manera. Para tener identidad propia hay que diferenciarse, y eso implica quebrar huevos. De eso se trata más bien el asunto.

Alvaro Egaña dijo...

Bueno, la verdad es que, visto desde afuera, tu discurso me pareció un poco disociado al hablar de los "hijos de" como si eso le estuviera pasando a "otras" personas, y no a ti. Dar tu visión desde el punto de vista de alguien que está bailando el tango hubiera sido harto más interesante y no hubieras necesitado entrar en intimidades. Piensa que para los que estamos sentados en el público, viendo (y financiando en gran parte, por lo demás) a los de ese 10% de gente que tu mencionas como hacen sus piruetas en el escenario, es siempre atractivo saber lo que pasa en el backstage.

En todo caso preguntaba por pura curiosidad. Fue bonita tu respuesta.