sábado, 24 de marzo de 2007

Cinco propuestas para ganar una elección



Cesar Barros, Que Pasa, 24 de marzo del 2007

Engel y Galetovic sostienen que nuestra tribu no gana las presidenciales porque no ha logrado atraer al centro político con nuevas -y novedosas- propuestas. Esto por el temor de que dichas acciones molesten a su voto duro. Aquí va un modesto ideario personal, con los pasos que la derecha debería dar -so riesgo de pisar callos de sus partidarios- para obtener el 5% que falta para llegar a La Moneda.


Eduardo Engel y Alexander Galetovic -en una columna publicada en La Tercera- han puesto en el tapete un tema que saca ronchas en nuestra querida tribu: por qué no logramos ganar elecciones presidenciales. Incluso con los apagones de Frei el 98 o con la crisis asiática del 99. Y a lo mejor tampoco el 2009, pese al desastre del Transantiago o las crisis sucesivas en Chiledeportes, que han dejado al descubierto una ineptitud nunca antes vista (quizá desde los "condoros" más famosos del capitán general).
El análisis es agudo y como sus autores provienen de sectores políticos diferentes, da la impresión, leyendo sus conclusiones, de que una vez más la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas.
La tesis de Engel-Galetovic es que la izquierda ha sabido "traicionar" en forma exitosa a sus extremos: a los que, por un lado, querían fusilar a Pinochet el día uno, a los que deseaban comerse con puré a las AFP y a las isapres y devolverle al Fisco la CAP, la CTC y las eléctricas. Y, por otro lado, a los que se oponían a la ley de divorcio y a la píldora del día después.
Según el planteamiento de marras, estas actitudes han confirmado, al centro político, la ecuanimidad y moderación del liderazgo concertacionista, su capacidad de manejo de los extremos y su confiabilidad de largo plazo.
La derecha, en cambio, ha sido -siguiendo la lógica de la tesis- incapaz de romper con el pasado de la dictadura, con los grandes grupos económicos y con las versiones más extremas del catolicismo conservador. Ergo, resulta poco confiable para el centro, que aún la percibe como los representantes de los poderosos, de los militares y del Opus Dei, para ponerlo en forma simplista.

Ahora que murió Pinochet

Yo comparto la tesis de Engel y Galetovic sólo marginalmente. Creo que el problema fundamental de la derecha está por otro lado. Porque incluso haciéndose cargo de la teoría, implementar la receta para nuestra tribu no es tan simple como lo fue en su momento para la izquierda.
Ellos nacieron como un amplio arco iris, convocando desde a don Gabriel Valdés hasta Gladys Marín (la izquierda extraparlamentaria vota Concertación en las segundas vueltas, de modo que es lógico incluirla como fórmula de análisis), y se aglutinaron no sobre la base de propuestas programáticas concretas en lo económico y social, sino más bien en la lucha contra la dictadura: ahí se forjaron sus amistades, sus lealtades y sus círculos de hierro.
La oposición, en cambio, no tiene esa dispersión. Nunca la tuvo. El pinochetismo no prendió (para disgusto del capitán general). El extremismo de la derecha política ha sido inexistente, salvo entre 1971 y 1973 (pero fue más anecdótico que real). Por lo tanto para la derecha es más difícil "traicionar" extremos "incivilizados", anacrónicos o violentistas, cuestión que en la "Concerta" es casi una tarea cotidiana: piénsese en los chavistas (los nuevos nacionalsocialistas latinoamericanos), en los comunistas (que perdieron toda relevancia después de la caída del muro de Berlín) o en los violentistas que todos odian.
A mí modo de ver es mucho más difícil aplicar la receta de Engel y Galetovic en la derecha: el fundamentalismo religioso es poco representativo en votos y tampoco ha sido caballo de batalla, salvo en ocasiones más bien anecdóticas y muy precisas. Pinochet murió y con él sus viudos, salvo casos patéticos y poco representativos.
Creo que el problema de la derecha es la falta de propuestas creíbles, que la hagan atractiva más allá de su clientela habitual, de su voto duro. Su desafío es ganar nuevos adeptos sobre la base de nuevas ideas y de esta forma armar su propio "arco iris" que compita en forma exitosa con el de la izquierda. Da lástima, en todo caso, que no lo hayan podido plasmar justo ahora que murió Pinochet, cuando a la Concertación se le acabó la "bete noire" y el clima está más que propicio para una nueva batalla, esta vez en el campo de las ideas.

Sin propuestas populares

La derecha no crece -en personas y en ideas- porque ha renunciado a tener propuestas populares: parece que no tiene fe en sí misma y en sus ideas. Y son éstas las que dieron origen al PP español y ahora a los neoderechistas británicos, suecos y de otras latitudes.
La izquierda chilena tenía una gran propuesta: el regreso civilizado a la democracia. La inserción de Chile de vuelta entre las naciones civilizadas. La validación de un sistema de mercado nacido al alero de la represión.
La derecha, en cambio, quiso defender "el modelo". Pero fue cooptada por una izquierda moderada más inteligente: ahora los empresarios "aman a Lagos". También pretendió proteger la obra modernizadora de Pinochet, pero ésta se protegió sola. Y así se quedó sin propuestas, justo cuando a la Concertación se le acabó su programa fundacional y su enemigo emblemático

Un ideario

El país está sin propuestas atractivas desde la izquierda y desde la derecha. En forma muy presuntuosa, pero esperando aportar un granito de arena, es que me permito entregar algunas ideas que le pueden dar a la derecha el pequeño y hasta hoy esquivo 5% que le sigue faltando para quitarle el poder a la izquierda y con ello avanzar en lo que le falta a la transición: la alternancia en el poder, sin la cual la democracia se transforma en su antítesis.

Los grandes están protegidos: ahora hay que defender a los chicos

La derecha debe entender que los empresarios chilenos que necesitan su ayuda y protección son los más de 250.000 agricultores informales que existen a lo largo y ancho de Chile y otro número similar en la construcción y en el comercio, que nunca en su vida han firmado un pagaré o llenado un formulario del SII.
¿Cuál ha sido hasta ahora la propuesta de la derecha para ellos? ¡Eliminar el impuesto de timbres y estampillas y proponer una FECU simplificada! Si a ellos jamás les han otorgado un préstamo, no son contribuyentes activos, no tienen contadores, ni comercializan directamente sus productos.
La derecha no ha sido capaz de estructurar propuesta realista alguna para ellos, porque sigue anclada a las grandes empresas y a los think tanks financiados por éstas, que no requieren de defensa alguna porque tienen utilidades récord, contadores, legiones de abogados y de asesores financieros, los bancos se los pelean y las bolsas también.
Mientras no giren el foco, los 13 mil productores de uva, los 20 mil de maíz y los 80 mil de trigo seguirán percibiendo a la derecha como la representante de las grandes viñas, los molinos y los grandes agroindustriales. Cambiar esta línea tradicional de acción molestará a los retailers y grandes empresarios, que hoy negocian desequilibradamente con los más chicos, que están huérfanos y desorganizados.

Meritocracia, pero en serio; demasiado en serio

Contra el Estado-botín de la Concertación, hay que imponer un estricto sistema de meritocracia: carrera funcionaria de gran prestigio, renuncia definitiva al pituto (aunque sea el hijo de mi amigo o el sobrino de mi compadre) y ayuda a las clases medias y populares talentosas con un sistema de reclutamiento activo de neuronas, tanto para el Estado como para las empresas, universidades y otros centros de formación profesional. Así es en todos los países desarrollados. Esto sólo por poner un ejemplo: Si Marcelo Salas o el Matigol hubieran nacido en EE.UU., las mejores universidades se los habrían peleado para darles una beca deportiva. Aquí tuvieron que seguir la dura ruta de los que no poseen pituto ni son amigos de algún presidente de partido político.
Seamos claros: la derecha no ha propuesto nunca esto, porque también tiene sus propios intereses de clase que defender, sus amiguismos y redes de poder de las elites. La propuesta concreta de la derecha para tener un Estado pequeño, pero eficiente y meritocrático, no existe hasta ahora. Un Estado descentralizado, con democracia regional y sin dictadura desde Santiago, ni de autoridades ni de recursos. Pese a que a algunos caudillos capitalinos les moleste.

Luchar contra lo políticamente correcto y extranjerizante

El sano nacionalismo, las tradiciones y la soberanía son parte de los valores de la clase media y también de las clases populares chilenas: hoy están amenazadas por una izquierda extranjerizante y por poderes externos que quisieran que despoblaramos de Puerto Montt al sur, para que extranjeros y organizaciones financiadas del exterior manejaran a su amaño esos territorios. Y que la IX Región se la diéramos a extremistas étnicos para que éstos finalmente sean manipulados y controlados desde fuera.
Hay que privilegiar la población y no la despoblación y la igualdad ante la ley y la soberanía chilena sin contrapeso en todo el territorio, especialmente en las zonas más aisladas. No al revés. Resguardar las tradiciones, cuidarlas y ayudarlas ¡qué viva el rodeo, los huasos, la cazuela y la cueca!

Pese a que duela a los conservadores: la familia chilena cambió. Y hay que asumirlo

La familia chilena popular esta desapareciendo como concepto, con consecuencias desastrosas: es causa -al igual que en los países desarrollados- de pobreza dura e infelicidad. La derecha en vez de tener una política ad hoc para este grave problema -y escuchar a Gonzalo Vial que lo viene predicando por décadas- se preocupa de combatir el divorcio que es un tema de las elites, porque a nivel popular la gente ni se casa.
La derecha no tiene una política creíble que reformule la familia popular chilena, que ya no es la que le gustaría tener ni a la Iglesia, ni a las clases dirigentes, y que probablemente nunca volverá a ser como quisiéramos.
Hay que solucionar urgentemente la pobreza inducida por la inestabilidad parental, el trabajo de la madre soltera y la falta de roles paternos estables.
En este tema la derecha vive del pasado, del catecismo y del voluntarismo: para triunfar debe mirar la realidad como es y no como les gustaría que fuera. Serán criticados por los extremos y por los filósofos, pero se debe imponer el realismo.

La distribución del ingreso: la madre de todas las batallas

El tema de la distribución del ingreso está al principio y al final del cuento: si tomamos los nueve deciles más pobres, sin considerar al más rico, Chile tiene una distribución del ingreso parecida a la de EE.UU. O sea, razonable. Pero si le agregamos el decil más rico, quedamos con una de las peores del mundo. Mientras la derecha sea vista por los nueve deciles de más abajo como la representante del decil de arriba, estamos fritos: Lavín avanzó en ese camino, Longueira lo entiende, Lamarca lo dijo, también el cura Berríos y Benito Baranda? ¿pero, por la cresta, quién en la derecha los escucha?

1 comentario:

Luis Argandoña dijo...

Esta es la mejor propuesta para garantizar otros 50 años de fracaso electoral:

¡qué viva el rodeo, los huasos, la cazuela y la cueca!

Notable Barros y su conexión con el mundo real.