miércoles, 12 de diciembre de 2007
Mejorando nuestro Estado
Leonidas Montes
La Tercera
diciembre 5, 2007
Thomas Hobbes publica en el año 1651 una de las
contribuciones más importantes para el
pensamiento político moderno: El Leviatán. El
libro se inicia con una figura llena de
simbolismos que representa la imagen de ese
monstruo bíblico que es, precisamente, el
Leviatán. En la parte superior de esta imagen
aparece una cita en latín, extraída del Libro de
Job. Dice: "No hay potestad sobre la tierra que
se le compare". Hoy es bastante común utilizar la
metáfora del Leviatán para referirse al Estado. Refleja su poder.
Sin el Leviatán estaríamos, según Hobbes, en un
Estado de naturaleza de guerra de todos contra
todos. En ese Estado brutal, sin derechos ni
deberes, ni siquiera la vida estaría garantizada.
Este es el origen del contrato social: los
ciudadanos se ponen de acuerdo para formar el
Estado, garantizándose así la paz y el
desarrollo. Por esta razón, el cuerpo del
Leviatán está conformado por pequeños puntos que,
mirados con atención, son los ciudadanos que miran hacia el Leviatán.
El contrato social requiere de un Estado que en
esa época se confundía con el gobierno. En las
democracias representativas modernas, esa tenue
línea que dividía al Estado del gobierno es mucho
más clara. Y mientras más clara esté, mejor para el desarrollo de un país.
No debemos olvidar esta diferencia fundamental
entre gobierno y Estado. La Presidenta Michelle
Bachelet es su discurso del cierre de ENADE
planteó: "Porque yo siempre escucho solamente lo
que el Estado tiene que hacer, y está muy bien,
nosotros como Estado haremos todo lo que tenemos
que hacer". Imagino que fue un error involuntario
fruto de una improvisación después del
inapropiado discurso de Alfredo Ovalle. El
gobierno no es el Estado. El Estado es de todos los chilenos.
Esta distinción entre gobierno y Estado nos
permite entender que el Estado funciona mejor
cuando la independencia del gobierno de turno es
mayor. De hecho ¿qué instituciones funciones
bien? Creo que existe consenso en que el Banco
Central es un buen ejemplo. En este esquema se
elige un Consejo independiente y autónomo. Su
desempeño es independiente del gobierno de turno
y de los ciclos políticos. Sus objetivos son claros.
Y otra institución que tiene un Consejo autónomo
e independiente es la Alta Dirección Pública. Los
resultados están a la vista. Fíjese que antes de
su creación, en Chile se designaban a dedo 267
cargos por cada millón de habitantes. Ese sí que
era un festín para el cuoteo político. Desde que
entró a funcionar la Alta Dirección Pública, sólo
se eligen entre 55 y 100 cargos por millón de
habitantes. Pero aún nos queda camino por
recorrer: Gordon Brown pudo nombrar directamente
a 53 asesores, sólo 1 por millón de habitantes.
¿Qué nos impide utilizar el modelo del Banco
Central o Alta Dirección Pública en otras
reparticiones públicas como podrían ser, por
ejemplo, el MOP, Educación, Salud o Dirección del
Trabajo? Imagine una especie de directorio
autónomo e independiente con una misión clara. Es
una fórmula, que requiere acuerdos, digna de
explorarse. De hecho parte del éxito de Irlanda
se debe a un acuerdo de este tipo.
Ambos casos --- Banco Central y Alta Dirección
Pública--- tienen algo en común: transparencia y
accountability. Estos bienes escasos se
convierten en bienes necesarios en una sociedad
civil cada vez más exigente como la nuestra. Y
otro gran activo es que, en un país donde la
política se desprestigia, estos enclaves
independientes y autónomos producirían un efecto de amortiguadores políticos.
Las empresas públicas, como parte del Estado,
también son de todos los chilenos. ¿No le parece
a usted que antes de enviar un proyecto de ley de
gobiernos corporativos para las empresas
privadas, el gobierno debería dar el ejemplo con
la administración de nuestras empresas públicas?
Pero en ENADE hubo algunas noticias para
celebrar. El Ministro Velasco se comprometió a
que en diciembre el Sistema de Empresas Públicas
(SEP), que hoy es un organismo político, sería independiente y autónomo.
Es más, la Presidenta Bachelet planteó que las
"empresas [públicas] son de todos los chilenos y
las chilenas, entonces, la gestión tiene que ser
muy rigurosa y con un máximo de transparencia".
Ya es hora de que empecemos a preocuparnos de
nuestras empresas públicas. No sólo las empresas
bajo la tutela del SEP deberían estar en el foco
de nuestra preocupación. Codelco y ENAP, por
nombrar las más importantes, deberían iniciar un
proceso de apertura ahora, antes de que sea demasiado tarde.
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