viernes, 7 de diciembre de 2007
La irrupción de las responsabilidades
La sociedad no es un grupo de personas aisladas con un conjunto de demandas que los gobiernos deben satisfacer. La sociedad es una red de relaciones delicadas que se basan en la confianza y el aprecio mutuo.
Juan Carlos Jobet, Felipe Kast y Hernán Larraín
Independientes en Red
7/12/07
Los problemas que preocupan a los ciudadanos de sociedades crecientemente complejas como la chilena están relacionados cada vez menos con necesidades económicas y cada vez más con demandas comunitarias y vínculos sociales. Si bien Chile está lejos de ser un país rico, el crecimiento económico de las últimas décadas nos está moviendo gradualmente hacia lo que el cientista político Ronald Inglehart ha denominado las sociedades de valores postmaterialistas.
La desigual distribución de oportunidades, la crisis de confianza en las instituciones, la sensación de riesgo e incertidumbre, la discriminación social, la segregación urbana, o el aumento de las enfermedades mentales, son problemas íntimamente vinculados con nuestras relaciones humanas, con nuestra comunidad, con, a fin de cuentas, el tipo de sociedad que estamos construyendo.
Con la renovación de la izquierda tradicional, en Chile, al igual que en el resto del mundo, el debate sobre cómo manejar la economía pasó a segundo plano. Desde entonces, las preguntas y desafíos políticos han estado moviéndose de vuelta desde la economía hacia la sociedad y sus distintas dimensiones.
Para la izquierda renovada, el Estado debe usar parte de los recursos generados por la economía de mercado para garantizar derechos a los ciudadanos. Los ciudadanos, por su parte, pueden exigir una serie de bienes y servicios que el Estado provee. En términos simples, la izquierda renovada cree en la economía de mercado y propone un Estado de Bienestar como el principal generador de bienestar social. Sin embargo, la pregunta es ¿qué hacer cuando la formula "Mercado + Estado" no es capaz, a pesar de todos sus recursos, de solucionar los desafíos sociales? Un camino, no necesariamente nuevo, es sumar un elemento básico a la fórmula: Mercado + Estado + Sociedad.
Un nuevo rol para el Estado, un nuevo rol para los ciudadanos
En países como Inglaterra y Francia, algunos líderes políticos plantean que para enfrentar los problemas sociales hay que involucrar a la sociedad misma. Para eso es necesario potenciar las responsabilidades y los deberes de la gente. Es necesario –sostienen- terminar con la idea de que la única responsabilidad social que deben cumplir los ciudadanos para poder exigir derechos es pagar impuestos.
Sugieren que para solucionar los desafíos pendientes se necesita de la participación de todos los actores sociales.
El líder del Partido Conservador inglés David Cameron, plantea que "el progreso social no es sólo una cuestión de control estatal y acción del gobierno". Este –asegura- depende de "la responsabilidad social –las actitudes, las decisiones y las acciones diarias de cada individuo y cada organización social".
Aunque con un matiz algo distinto, Nicolás Sarkozy también sugiere un cambio en el enfoque. En su discurso al asumir la presidencia, Sarkozy propone que para "realizar la gran reforma moral e intelectual que Francia necesita" es necesario que "la sociedad se atreva a recordar a cada cual sus deberes", que la política francesa proclame que, "en la República, los deberes son la contrapartida de los derechos".
La realidad muestra que la sociedad no se moldea verticalmente desde el Estado. La sociedad no es un grupo de personas aisladas con un conjunto de demandas que los gobiernos deben satisfacer. La sociedad es una red de relaciones delicadas que se basan en confianza y aprecio mutuo, donde las personas se apoyan horizontalmente, donde existe un sentido de pertenencia con su entorno -la familia, el barrio, la ciudad.
Porque la sociedad es un ente complejo, los cambios deben generarse desde dentro, horizontalmente, no desde arriba. Para obtener los resultados deseados se debe entonces empoderar a las personas y sus organizaciones sociales. Para mejorar la educación hay que involucrar a los estudiantes, profesores y padres; para tener barrios más seguros involucrar a los vecinos; para terminar con la discriminación laboral trabajar junto con los empresarios; para reducir la violencia juvenil apoyarse en la familia y los medios; para conservar el medio ambiente contar con la cooperación de los automovilistas y la industria.
La idea de las responsabilidades compartidas no implica necesariamente un Estado más pequeño. El cambio de enfoque no dice relación con el tamaño del Estado sino con su rol y el de los ciudadanos. Es necesario establecer estructuras de apoyo e incentivos para que los ciudadanos tomen los problemas de su comunidad como desafíos propios y asuman iniciativas a nivel local.
Como planteó Alexis de Tocqueville, "al tratar los problemas públicos en comunidad en vez de individualmente con el Estado, los ciudadanos interactúan con sus pares, toman conciencia de cuan dependientes son unos de otros. Aumentan así las instancias de contacto e interacción y se fortalecen los vínculos sociales".
En suma, se trata de confiar en las personas. Confiar en que son la capacidad de emprendimiento, la cooperación, la iniciativa y la creatividad de la gente lo que genera progreso social. Entender que ellas saben mejor que nadie lo que necesitan, y que cuando tienen información, oportunidades y real capacidad de influir, se involucran para encontrar la solución de los problemas.
Claro que compartir responsabilidades requiere de virtudes escasas entre quienes gobiernan: voluntad de redistribuir el poder, capacidad de evaluar el desempeño propio y las agallas para interpelar a los votantes a cumplir con sus responsabilidades sociales.
La desafección generalizada de la ciudadanía con el mundo político hace evidente la necesidad de nuevos proyectos. Asimismo, la desorientación en la geografía política genera una oportunidad inédita para quien quiera llenar este vacío. Poner atención a los vínculos sociales, reconocer las limitaciones del Estado, asociar los derechos con responsabilidades, y confiar en las personas y las organizaciones, son principios que debiéramos mirar con atención.
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