martes, 8 de mayo de 2007

Una clave electoral: la clase media



Martes 8 de mayo de 2007
A la conquista de la clase media
El Mercurio
Sergio España Ramírez
Centro de Investigación Mediática Facultad de Comunicaciones Universidad del Desarrollo

La clase media será clave electoralmente: hoy representa el 52% de la población y llegará a ser el 62% hacia el Bicentenario.


El escenario electoral está en movimiento. Uno de los sectores clave en las disputas electorales venideras será la clase media. Un sector tan interpelado en los discursos como desconocido desde la perspectiva académica. Desconocimiento no sólo en el campo político, sino también socio-cultural, a diferencia de lo que ocurre -por ejemplo- con los pobres.

La clase media será clave electoralmente, en primer lugar por su peso: actualmente la clase media representa el 52% de la población y llegará a ser el 62% hacia el Bicentenario. Pero por sobre su magnitud, la clase media cobra relevancia en lo que respecta a la generación de estilos de vida, patrones de comportamiento y valoraciones diferenciadoras y desconocidas. Valoraciones, por ejemplo, que tienen que ver con la política y quienes ejercen liderazgo en este campo.

Un programa de encuestas realizado desde el año 2005 por Subjetiva-Paréntesis aporta varias señales sobre la forma en que son reconocidos y valorados los liderazgos políticos y sus consecuencias desde el punto de vista de estrategias de comunicación. En este sentido, uno de los datos más reveladores tiene relación con la forma en que la clase media percibe a los líderes y la política.

Una primera señal de la diferenciación de clase media se relaciona con los atributos asignados a lo que debiera ser un líder político. El atributo más valorado en el liderazgo político en el conjunto de la población es el que tiene que ver con la defensa de mis intereses. La valoración de esta dimensión aumenta a medida que disminuye la condición socio-económica del entrevistado. El grupo medio-alto marca claramente la excepción y relega dicho atributo al último lugar de sus preferencias. Para este segmento lo más importante -en cambio- es que los líderes políticos digan lo que piensan (transparencia) y, en segundo lugar, que hagan lo que dicen (eficacia). En ambos casos, la clase media alta supera a la clase alta en la importancia asignada a estos atributos.

Detrás de esta señal puede estar presente una clase media que percibe con mayor intensidad que la solución de sus problemas pasa principalmente por su esfuerzo e iniciativa, más que por la representación que otros puedan hacer de sus intereses más concretos y específicos. A los políticos se les exigiría prioritariamente que generen las condiciones para que ello sea posible, para que el esfuerzo se traduzca en una mejor situación personal.

Desde esta misma perspectiva, una segunda señal interesante es la valoración que hace la población de la orientación política de un futuro Gobierno. Aproximadamente un 40% de los entrevistados indica que le da lo mismo que éste sea de la Concertación; similar proporción en el caso que fuera de la Alianza; y otro tanto respecto de la Izquierda Extraparlamentaria. No podemos señalar si se trata de las mismas personas en los tres casos, pero sí establecer que comparten algunos rasgos comunes: son principalmente personas de clase media baja, sin identificación política y jóvenes menores de 25 años con mayores niveles de educación. ¿Qué motiva esta indiferencia? Una alternativa, es que se trate de un segmento que reconozca la estabilidad de nuestro sistema independiente de quien gobierne. Una segunda, apunta a la distancia y el descrédito respecto de la política. O, finalmente, al convencimiento de que el futuro pasa por el esfuerzo personal, independiente de las políticas a nivel nacional.

Dos señales que dan cuenta de una clase media que marca diferencias en su relación con la política y los políticos. Señales que -al parecer- no son recogidas adecuadamente en la comunicación que hacen los líderes hacia este sector. Acá prevalecen más bien las estrategias basadas en intuiciones o apuestas propias, más que un intento de reconocer a un grupo social emergente. Prevalecen en esos discursos y mensajes rasgos que son cada vez más difíciles de identificar empíricamente en la clase media, especialmente aquella con mayores niveles de educación y que -por lo mismo- apuesta por la meritocracia como vehículo de ascenso social. Este segmento se caracteriza por su poder influenciador en diferentes áreas ajenas a la política, como el consumo. Cabe preguntarse si esta influencia en su percepción de los liderazgos políticos permeará a otros grupos sociales en los próximos años, haciendo más interesantes las disputas electorales que se avecinan.

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