Que Pasa
Viernes 27 de Julio
Hernán Larraín M.
La tesis del desalojo, instalada por el libro de Andrés Allamand, se ha constituido en un exitoso relato político para la Alianza. Sin embargo, representa sólo el 50% del desafío de la centroderecha. Proponer un proyecto alternativo para construir una mayoría electoral es la otra mitad. De lo contrario, las parlamentarias no cambiarán estructuralmente el techo electoral de esta coalición y las elecciones presidenciales del 2009 serán una lotería. Su desafío es presentar un proyecto político con épica propia, fundado en la libertad como valor central, radicalmente horizontal en su vínculo ciudadano, orientado hacia el centro y organizado bajo un proyecto de sociedad donde son las personas y la propia comunidad los protagonistas de la historia.
El primer 50%
Nunca ha sido fácil para la Alianza articular un discurso conjunto entre sus partidos y que tenga la capacidad de hacer ver a sus líderes como miembros de un mismo equipo.
El desalojo, Porque la Concertación debe irse el 2010, es una excepción. El trabajo de Allamand ha sido capaz de instalar un relato opositor con al menos dos objetivos claros. Posicionar en la Alianza una estrategia común y capitalizar un mensaje consistente: aquella respetable Concertación de los noventa es hoy sinónimo de desorden. Y por qué no, de ingobernabilidad.
Los hechos están ahí: las permanentes crisis de la actual administración, los conflictos al interior de sus partidos, la consabida ideología de la corrupción, el simbólico Transantiago y un ineficaz Estado de vocación paternalista, son las principales razones que hacen hoy de la gran familia concertacionista una desgastada coalición que cumplirá con dificultades 20 años en el poder.
De hecho, la opinión pública está cada vez más consciente del momento político, y es ahí donde radica también el éxito del libro. Según la última encuesta CEP, sólo el 28% aprueba la forma en que la Concertación desarrolla su labor y le entrega el 41% de aprobación a la presidenta.
La ciudadanía pareciera estar sumándose al desalojo, pero no a la Alianza. Si bien se ha avanzado en la unidad interna entre RN y la UDI, lo que tiene en el acuerdo municipal su mejor demostración, esto no ha sido suficiente para capitalizar el desgaste oficialista. La Alianza recibió según el oráculo CEP sólo el 19% de aprobación. Con todo, el rechazo afecta a la política en general. Según el mismo estudio, el 45% considera no pertenecer a ninguna coalición política, la cifra más alta desde que se realiza la encuesta.
La política de la vida misma
Parece necesario un quiebre en la forma de hacer y comunicar la política, que conecte con estos tiempos. El sociólogo inglés Anthony Giddens escribió meses atrás que las nociones de derecha e izquierda no desaparecerán fácilmente pues representan una metáfora muy consistente. Eso sí, aclaró, la política se enfocará cada día más en la vida misma de las personas.
Y es que cuando las diferencias ideológicas entre un sector y otro, como ocurre en Chile, son más difíciles de percibir para la ciudadanía, el elector termina optando por proyectos políticos afines a las realidades personales y al momento social del país. Ello, más que por ideas preconcebidas, como las viejas discusiones sobre el rol del Estado y el mercado. En otros términos, los proyectos políticos post ideologías son narrativas fundadas en identidades propias, que tienen la capacidad de reflejar, desde cada sector, una épica de la sociedad en que queremos vivir, capaz de condensar y representar el sentir de una mayoría que ve en la política una voz sensible a la realidad de los ciudadanos.
Implica, a fin de cuentas, la revitalización de un proyecto comunitario. Sin ir más lejos, eso iniciaron años atrás la derecha francesa de Sarkozy, la española de Aznar y la estadounidense de Bush. Y esa es la estrategia actual de David Cameron, el líder conservador en Gran Bretaña.
El próximo 50%
Al igual que el partido de Cameron, la centroderecha chilena vio cómo la izquierda renovada se apropió de sus ideas respecto a la economía de mercado y de la libertad. Esto implicó una seria crisis de identidad que sólo puede ser superada por la elaboración de un relato fundado en los valores originales del sector, en su ADN, transformando a la Alianza en una opción de alta legitimidad social para alcanzar la mayoría. En síntesis, la Alianza necesita afianzar un proyecto de centro liberal, relacionarse con el ciudadano horizontalmente y profundizar su gobernabilidad interna, incorporando al mundo independiente.
La libertad es el valor central del sector, desde donde nace su identidad. De esta manera, podrá diferenciarse de la izquierda y su defensa de la igualdad. El Partido Popular en España ha hecho propio el "Centro Liberal", referente obligatorio en este contexto. Por su parte, Cameron ha instalado su "liberalismo conservador", en directa alusión hacia la renovación de centro que marca su proyecto. De hecho, el CEP mostró una vez más que es el centro político el gran protagonista del paisaje actual.
En segundo lugar, frente al Estado paternalista de la Concertación, la Alianza debe promover un Estado generador de alianzas horizontales con el sector privado y las comunidades locales. Mientras la Concertación mira al Estado como el gran transformador del país, la Alianza debe mirar a los ciudadanos, a los cuerpos intermedios, a los emprendedores e innovadores sociales. La clave es comunicar un proyecto de sociedad donde son los ciudadanos y la propia comunidad los verdaderos gestores del cambio.
Finalmente, es clave avanzar en la unidad del sector en orden a garantizar gobernabilidad y confianza.
A su vez, renovar los liderazgos e incluir al mundo independiente es un elemento central. El sector cuenta de hecho con un capital importante en este sentido, el que está aún a la espera de un espacio de participación.
Después del desalojo de la Concertación, el necesario arribo de una alternativa es fundamental, y una nueva Alianza es el mejor candidato para este desafío.
martes, 31 de julio de 2007
miércoles, 25 de julio de 2007
Edwards: otro pelo
Una tontera, debilidad o error de un candidato, pueden ser la mejor forma de llamar la atención y pasar un mensaje. Aquí, el video Hair que le permitió a los oponentes de Edwards ridiculizarlo limpiamente en uno de los casos virales más populares en internet. Luego, el último video de Edwards. Los comentarios sobran.
martes, 24 de julio de 2007
Debate CNN/ YouTube: más onda que carne
Despues del primer debate CNN/ Youtube, el día de ayer, las reacciones y evaluaciones sobre el evento son EL tema en el mundo blog. Para Jeff Jarvis, fue decepcionante. Para mi colega Lucho argandoña, un golpe de frescura. Por ahora, me quedo con Jarvis. Este debate fue más ondero que realmente participativo pues CNN le metio tanta mano a la edición de las preguntas que término siendo un debate más. Veamos que ocurrirá con el de los Republicanos el próximo lunes.
Aquí, las que en mi opinión fueron las tres mejores preguntas/ respuestas: la cuestión de las minorías, la canción del impuesto y la última, una para todos los candidatos, diga una cosa que le guste y una que no, sobre la persona que está a su izquierda.
lunes, 23 de julio de 2007
Democracia YouTube
Hoy es el debate CNN/ Youtube entre los demócratas Clinton y Obama en el cual los ciudadanos son los que hacen las preguntas directamente, sin filtros ni intermediarios. Como dice Joe Trippi, el experto electoral hoy a cargo de la campaña de Edwards: la democracia está renaciendo, digitalmente. Aquí las razones de Jeff Jarvis sobre la importancia del debate, un video invitación a participar y una columna de Trippi sobre el fenómeno.
"The YouTube debates could fundamentally change the dynamics of politics in America, giving a voice to the people, letting us be heard by the powerful and the public, enabling us to coalesce around our interests and needs, and even teaching reporters who are supposed to ask questions in our stead how they should really do it.
The debates could also demonstrate that democracy is in good hands, that we care, we are smart, we are informed. Too often, that’s not the PR we, the people, get. We’re masses who don’t know and don’t give a damn. But that’s not the people you see in the vast majority of YouTube’s 2,000-plus debate questions.
Finally, the debates could begin to change the relationship between candidates and voters. Campaigns always have been and still are all about control, about handing down a message, about the appearance of listening. The wise candidates should go into those 2,000 questions and start answering the toughest ones, whether or not they’re asked on CNN; that will earn our respect." Jeff Jarvis.-
From The Sunday Times
June 10, 2007
Democracy reborn, digitally
The tools of democracy are being reforged and people are being put back into the process
Joe Trippi
On both sides of the Atlantic, citizens are demanding more and more from their governments: the best education and healthcare, a sensible foreign policy, a plan to combat global warming, reductions in poverty. But at the same time, we are losing faith that government can fulfil our hopes. Citizens feel increasingly disconnected, asking: “Why should we bother?” Democracy requires the participation of the people, and it is floundering.
Technology has generated a new means for citizens to reconnect. This is a revolution of a different sort – a digital reawakening of democracy – a gradual transformation that requires no act of parliament, or constitutional amendment. Politics is not changing; the tools of democracy are being reforged. People are being put back into the process.
In the US, the shift began during Senator John McCain’s first campaign for president in 2000, but his efforts did not gain much traction. McCain dedicated resources to the internet and understood its potential, but the technology was immature. Access to broadband at home was rare; there were virtually no blogs; social networking sites like Facebook, MySpace, and Bebo – now hugely influential – did not exist; and people hesitated to use their credit card online.
As campaign manager for Governor Howard Dean’s 2004 presidential run, I had many more resources than McCain had four years earlier. By then, there were 1.4m blogs; people tended to trust online credit card security; and many more homes and offices had high-speed internet access.
We organised 600,000 activists on our website and blog, and we enabled this community to shape the campaign in every way. Organised on the website Meetup.com, nearly 200,000 Dean supporters met regularly in coffee shops, bars and town halls – a practice once entrenched in American culture yet mostly absent for generations.
Our community discussed local strategy on blogs and in message boards. When faced with the decision to leave the federal financing system, we asked our community, not our consultants, to vote on it (the result was overwhelmingly in favour).
By leveraging technology, we gave the campaign to our supporters. We opened the political system, empowered grassroots activists and raised money through small contributions, not from special interests or corporate donors. As I wrote in my book, The Revolution Will Not Be Televised, the candidate may have lost, but the campaign won. This “first shot” was the start of something promising for the future of American and British democracy.
With each year, we have a new set of tools to strengthen democracy and empower citizens.
The phenomenal growth of social networking sites, for example, has made this easier. These sites provide a ready-made template for users to create their own profile and share it with friends, work colleagues, neighbours and acquaintances. It encourages people to join campaigns and causes, plan parties, invite friends and share interests – all forms of interaction that campaigns are leveraging.
Similar to blogs, video-sharing allows citizens to record their own content and distribute it. In the United States last year, we saw the first “YouTube election”. Senator George Allen’s campaign was destroyed, in part, by a YouTube video of his remark at a campaign rally that many considered racist.
Britain now lags behind the United States in using technology in campaigns, but the integration of technology is spreading. Indeed, Tony Blair’s recent appearances on YouTube and David Cameron’s Webcameron are recent examples.
On Wednesday, Bebo will host a seminar in the House of Commons to discuss this development, which I will be speaking at. Bebo is creating a new facility to allow its users (including three MPs) to create special “good cause” websites to coordinate projects.
Democratic tools are evolving in other countries in different ways. The use of mobile texting is exploding in much of the developing world. Nigeria, for example, has only 1.25m landline phones, but more than 30m mobile subscribers. Political campaigns in the developing world will increasingly exploit mobile “networks” to distribute messages and allow citizens to spread messages to friends and family.
As people reconnect, politics will change globally. It is only a matter of time. As the process is given back to the people, as networks are empowered, self-government will reawaken.
It is an exciting prospect: billions of people worldwide directly connecting through technology to make their country and their world a better place. A million people – if they can connect and organise – will always be more powerful than the biggest corporation. A massive online network of concerned activists will always have more of an impact than a surge of television ads.
If Britain wants to hasten this reawakening, its citizens must realize the internet’s true potential. It is not just a cash machine for political campaigns or another channel for a press office. The internet is an empowerment tool for the people. It comes with risks – operatives must cede some control to their communities. But the results could be overwhelmingly positive – both for campaigns and for Britain’s democratic future.
Joe Trippi is a political consultant based in St Michaels, Maryland. He is currently a senior adviser to Senator John Edwards’s campaign for the presidency
martes, 17 de julio de 2007
La interactividad de Hillary
La clave de las campañas 2.0 es evidente: que sean las propias bases quienes hagan el trabajo a escala horizontal. Hillary, después de pedir a través del video de Los soprano que votaran por la canción de la campaña, ahora invita nada menos a sus adherentes para que ellos hagan spots publicitarios. Algunos de los trabajos podrán ser exhibidos en el debate CNN/YouTube.
Una nueva forma de interactividad, de marketing y generación de noticias.
Una nueva forma de interactividad, de marketing y generación de noticias.
lunes, 16 de julio de 2007
Politica 2.0: Cameron abre un dialogo sobre Políticas públicas
Según David Cameron, lider Torie, los días de la política de "arriba hacia abajo" están en retirada. La emergencia de una ciudadanía cada vez más reflexiva, como el fenómeno web 2.0 revela, está movilizando a la clase política a comprender y reaccionar a esta nueva lógica. Y los conservadores están intentandolo seriamente.
Stand up, speak up es una apuesta a conversar sobre las propuesta de política pública de los Tories con la ciudadanía en UK. Utilizando internet como plataforma, cualquier sujeto interesado podrá votar y comentar una seríe de documentos emitidos por los Policy Groups del partido conservador. El objetivo final es consensuar la opinión de los participantes con la visión de los líderes del partido y emitir el Manifiesto del partido Conservador para las elecciones generales del 2009.
Todo esto, en el marco del proyecto político liderado por Cameron: más verde, más local, más pro familia; menos arrogante respecto a lo que los políticos son capaces de hacer, y más optimistas respecto a los resultados que se puede alcanzar con el trabajo de todos. Todo este pensamiento esta fundado en el principio de la responsabilidad social, en claro contraste del sistema de control estatal del Laborismo.
Aquí un video con el lanzamiento de la campaña y la columna completa de Cameron publicada en el diario The Telegraph.
Stand up, speak up: shaping Tory policy
By David Cameron
15/07/2007
The Telegraph
British politics is in deep trouble. Not because of the precise policies that are being adopted - though I could say plenty about that, too. The fundamental problem is the way in which those policies are decided, debated and implemented.
In a recent Home Office survey, more than two thirds of people said they felt they had no power over the decisions that affected their lives. This is a tragedy for the country that brought democracy to much of the world. How has it happened?
The long battle for full democracy, finally achieved in Britain in 1928, is now a distant memory. We take the vote for granted. And at the same time, the 20th century also saw a counter-trend in social policy. There was a centralisation of power in Whitehall, and a consequent "de-democratisation" of public institutions.
Schools and hospitals, councils and the police, planning decisions and public spending have all gradually lost their connection with the local people they are supposed to serve.
Accountability is increasingly upwards - to ministers, civil servants and regional quangos - rather than downwards and outwards to the public.
I passionately believe we need to localise power, as recommended by the Direct Democracy movement of Conservative activists and MPs from the 2005 intake whose work regularly appears in The Daily Telegraph. We need less national policy and more local policy.
But I also want to go further. What national policy there is should also be subject to direct democracy.
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The long years of centralisation have resulted in what Ferdinand Mount, a member of my party's Democracy Taskforce, once called "the thinning of the constitution".
Power resides solely in a parliamentary majority, whipped through by the governing party; democracy merely means a visit to the ballot box every four or five years.
I want democracy to mean far more than this. People should have the right to have their say, to make their wishes felt, far more frequently and far more openly. Rather than simply putting a secret X in a voting booth alongside the name of the person you hope to represent you, I want people to be standing up and speaking up themselves.
That is the inspiration behind the campaign we are launching today. Over the coming weeks the Policy Review groups I set up 18 months ago - six main Policy Groups and more than 20 taskforces - will be presenting their final reports.
We are not automatically accepting every recommendation in the Policy Review reports. There will be some proposals we do not agree with. In some areas, hard choices will have to be made between competing priorities. And, of course, no policies will be adopted until they have been properly costed by the shadow chancellor, George Osborne.
But the most important part of the process will be genuine public consultation. I want everyone in the country who has an interest in politics to get involved in debating these reports, both as individuals and as members of particular communities.
That's why I'm pleased to be launching this campaign with the Telegraph. The website feature My Telegraph creates a personalised paper for each reader, including the power to write your own blog, within the context of the general Telegraph product. It reflects the notion of "our society, your life" that I spoke about a few weeks ago: individual freedom in a social context. That is modern Conservatism.
Many politicians, not least the new Prime Minister, are talking about deepening and widening democracy, opening up the debate, giving people more power over politics. With Stand Up Speak Up, the Conservative Party is the only party that is making this rhetoric real. We want to involve the British people directly in the writing of the next Conservative manifesto.
Of course, politicians have a responsibility to give a lead. We have set out a clear direction for our country: more green, more local, more family-friendly; less arrogant about what politicians can do on their own, and more optimistic about what we can achieve if we all work together. All our thinking is founded on the principle of social responsibility, in contrast to Labour's state control.
But this principle itself requires us to be open about how we make detailed policy. Conservatism means practical, grass-roots common sense. We believe that the public are a better think-tank than a closed circle of experts.
That's why it matters so much to me that we ask for the public's views in helping to shape our manifesto. The first full report, from Iain Duncan Smith's Social Justice Policy Group, was published last week. That is now available at www.conservatives.com and you are invited to vote on specific recommendations in the report, to make detailed comments and get involved in the online discussion.
For instance, what is the best way for us to support families with young children?
Do you think drug addicts should be offered methadone, or helped to get clean altogether?
What should we do with children whose bad behaviour means they simply cannot be taught in mainstream schools?
These are questions our country urgently needs the answers to. And everyone has a contribution to make - whether amateur or expert, your view matters. If you are a professional working in the relevant field, or if you simply care passionately about the future of our country, please let us know what you think.
The ideas that emerge from the debate will be fed back into the process - giving people a real opportunity to put forward proposals to the party. The shadow cabinet will review the conclusions of these debates and they will inform the preparation of our next manifesto.
In internet circles people talk of "Web 2.0". The first generation of websites simply conveyed information to the public. The new generation is interactive - it allows the public to create the website's content themselves.
Wikipedia, MySpace and Facebook are the leaders of this new field. To me they provide conclusive evidence that the public is proactive rather than passive. People want to be participants, not just spectators.
I believe a similar revolution is coming in politics. The days of top-down, we-know-best politics, delivered to a passive public, are coming to an end. Instead, we want a politics that is bottom-up and open - driven by the passions and priorities of people themselves.
I look forward to hearing from you.
lunes, 9 de julio de 2007
La revolución de las campañas 2.0
Junto a Lucho Argandoña escribimos este artículo publicado en la revista "Que Pasa".
La actual campaña presidencial norteamericana puede convertirse en un paradigma mediático-electoral: como nunca los candidatos se han volcado a internet. Hillary, Obama y John Edwards desfilan por YouTube. A Chile, la tendencia debería llegar en los próximos comicios.
Despierten, la carrera ya partió. Faltan más de dos años, pero ya vimos a Piñera disfrazado de buzo. Vimos a Lagos convertirse en Capitán Planeta. A Eduardo Frei estatizando el Transantiago y a Soledad Alvear reaccionando a la embestida. Insulza está acumulando millaje como nunca y Trivelli ya bajó a una mina de carbón. Están todos "disponibles" ¡Incluso uno ya se bajó: Longueira!
Tanta anticipación parece descabellada. Pero no lo es tanto. Hillary, Obama, McCain y los demás en EE.UU. montaron sus campañas hace rato y no se dan respiro en vista a noviembre de 2008. En Gran Bretaña ocurre algo similar con Cameron y Brown, y en España con Rajoy. Todos exhiben un nivel de gasto, movilización e innovación tecnológica inusitado para una campaña a tanta distancia de la elección.
Pero más allá del ruido, el frenesí y la irrupción de internet como una poderosa herramienta de campaña, se está haciendo evidente que la naturaleza misma de hacer campañas -y quizás de hacer política- está cambiando radicalmente.
La lógica de la "web 2.0" (o internet de segunda generación) está permeando silenciosamente la política. Esto significa que las personas ya no son receptores pasivos de mensajes, sino que tienen la posibilidad y las armas para involucrarse, participar e influir activamente.
Como dice Joe Trippi, uno de los expertos electorales más reputados en EE.UU., "El juego cambió de una manera que la elite necesita entender". Ya no se trata de lo que las campañas puedan hacerle a la gente. Sino de lo que las mismas personas, usando herramientas como los blogs, YouTube o los teléfonos celulares, pueden hacerles a las campañas.
Esa vieja campaña noventera…
Sin duda fueron una revolución en su momento. A principios de los '90 en EE.UU. y Europa, y a finales de esa década en Chile, las campañas se volvieron una enorme e interminable batalla publicitaria. Un espectáculo montado con saltimbanquis y batucadas, listo para ser consumido por el televidente. Nada demasiado diferente a la guerra de las teleseries. Aquí, la imagen era todo y la "marca" del presidenciable era el valor más preciado.
El candidato era el centro: Lavín vs. Lagos. En esta lógica, el votante es sólo un consumidor frente al más sofisticado de los productos. Lo principal es la apariencia, y por eso desembarcó un ejército de consultores, publicistas, diseñadores, media trainers, esteticistas, peluqueros y sastres. Se instaló la profesionalización hasta en los más mínimos detalles.
La información se volvió el arma de campaña clave. De ahí el ascenso de las encuestas como el oráculo de la opinión pública. Y, claro, sus resultados nos recordaron periódicamente que el cliente siempre tiene la razón.
En este estilo de campaña, los mensajes y cuñas se elaboran bajo un estricto control partidario. La comunicación es unidireccional: para maximizar la eficiencia en el uso de los recursos, los ciudadanos son tratados como una gran masa homogénea. Las clásicas y formateadas visitas a las ferias, un Lagos tomando a niños en sus brazos o un Lavín sacándose polaroid con los transeúntes, fueron ingeniosas maneras de simular un contacto personal real.
El nuevo paradigma: tú y yo conversamos
O como diría Barack Obama: "Esto se trata de ti, no de mí". La diferencia fundamental de la campaña 2.0 es que los candidatos se ven obligados a asumir -más allá del discurso- que los protagonistas son los electores, no ellos.
"Las campañas tradicionales, vía medios masivos, le entregan un mensaje claro a la gente: tu opinión no cuenta", señala Joe Trippi. Yo hablo, tú escuchas. La expectativa de hoy es por una conversación auténtica, directa, que sea relevante para quienes la escuchan. En palabras de Phillip Gould, uno de los estrategas más cercanos a Tony Blair, los ciudadanos parecen decir: "No voy a escuchar nada de lo que tengas que decir, a menos que te ganes el derecho a ser escuchado".
Y ganarse ese derecho significa, entre otras cosas, saber escuchar genuinamente. Es un giro radical desde el "full marketing" hacia la participación y la comunicación personalizada: cercana, espontánea, involucrada. No se lleva levantar la voz y callar activistas, ni hablar desde tu oficina en Washington, en la sede del partido o en el último piso de Sanhattan. Es necesario salir a buscar a las personas y aceptar la pérdida de una cuota significativa de control sobre el mensaje y la trayectoria de la campaña.
Se trata de un estilo de campaña que está en pleno desarrollo en los países desarrollados, sin alcanzar aún su total maduración, pero que de seguro para el 2009 habrá aterrizado en Chile.
Empoderados, desafectados y saturados
Esta mirada renovada probablemente les hará sentido a ciudadanos que, aunque más empoderados, se sienten muy lejanos a la política. Como suele ocurrir, la clase política chilena ha tenido dificultades para asumir o sintonizar con este malestar. Hace un buen rato que, según la encuesta del CEP, el partido con el que más se identifican los chilenos es "Ninguno".
A esta distancia y falta de confianza ha contribuido también la política como un espectáculo medial intensivo y maqueteado. El exceso de mensajes e información comoditizada está terminando por saturar y insensibilizar a las audiencias. Sólo entre 1997 y 2006, según un estudio de Conecta Media Research, la oferta de contenidos informativos en TV prácticamente se duplicó.
Frente a esta avalancha, el diagnóstico es claro: si quieres comunicarte con los electores, si quieres ganar una elección, vas a tener que inventar algo distinto.
Esta revolución no se verá por TV
Al menos como paradigma de comunicación con los electores, la edad de oro de la televisión masiva está en declinación, tal como lo diagnosticó Karl Rove, el principal asesor electoral de George W. Bush.
La TV sigue siendo crucial, pero nos estamos moviendo cada vez más desde los medios masivos al "personal media", a aquellos en los que es más factible generar un vínculo de confianza, y en los que la voz de los ciudadanos puede sentirse con más fuerza.
Es en esto, más que en sus aspectos funcionales, donde radica la potencialidad electoral de internet. Ciudadanos más empoderados y menos condescendientes frente al discurso político tradicional probablemente confiarán más en la opinión de sus pares que en un mensaje "desde arriba".
Uno de los principales focos de trabajo de los candidatos hoy en EE.UU. es interactuar y ampliar sus bases de apoyo desde plataformas como YouTube, MySpace o Facebook, sitios web que alojan comunidades sociales de gran volumen. El juego consiste en saltarse la mediación e ir directo al ciudadano, tratando de interpelarlo y hacerlo participar. Que envíe ideas, propuestas, demandas, críticas y, cómo no, dinero. Lo que sea, con tal de que se involucre y genere un vínculo con el candidato.
Hillary Clinton, por ejemplo, puso un video en YouTube en el que, parodiando el final de la popular serie Los Soprano, invitó a sus adherentes a elegir el himno para su candidatura.
La campaña 2.0 es de abajo hacia arriba, no al revés. Y no se trata sólo de diseminar información. Es Barack Obama levantando fondos con pequeños aportes desde su red de amigos en MySpace. Es John Edwards armando su programa sobre la base de conversaciones vía blog y YouTube. Es Hillary en una conferencia online abierta en su sitio web. Es David Cameron invitándote a conversar desde la cocina de su casa.
Y es sobre todo la creación de comunidades electorales donde son miles los voluntarios movilizando el mensaje de su candidato, creando videos que ridiculizan al rival, sumando activistas y construyendo sus propias redes de conversación y apoyo online.
Los viejos trucos no se olvidan
En todo caso, no hay que perderse. La campaña 2.0 no significa abandonar los medios tradicionales y los recursos clásicos. Después de todo, hay rivales a los que atacar, emplazar, ridiculizar y, principalmente, derrotar.
Para eso es crucial un equipo 100% profesional en una "sala de guerra" potente: con monitoreo 24 horas de los medios y del rival, velocidad de respuesta ante contingencias y ataques, disciplina en el mensaje de los voceros, integración horizontal, permanente indagación y generación de temas. Es lo que desde Bill Clinton -y su estratega estrella James Carville- se conoce como "campaña total".
La diferencia es que ahora se han abierto las paredes de esa "war room" y existen muchos más ojos y oídos atentos y dispuestos a involucrarse en la batalla.
Por lo mismo, los candidatos estarán mucho más expuestos, porque hasta en los recintos más privados siempre habrá alguien cerca para grabar errores desafortunados y gaffes.
Esto va a traer, según distintos analistas, una consecuencia inesperada: obligará a los presidenciables a ser mucho más auténticos.
"Antes de la televisión -dice Joe Trippi- lo que importaba era cómo sonaba tu voz. Luego, con la TV, lo que importa es cómo se ve tu candidato. Ahora nos estamos moviendo hacia un medio donde lo más importante es la autenticidad: desde 'cómo se ven las cosas', a 'cómo son en realidad'. Tienes que estar 'encendido' 24 horas al día, siete días a la semana…. Ya no vas a poder esconder quién eres".
¿Qué podemos esperar en Chile?
En nuestras campañas usualmente ha predominado el énfasis por el control del mensaje, la jerarquía y la unidireccionalidad. Es muy probable que a los candidatos más tradicionales les cueste mucho adaptarse a una lógica más horizontal y genuinamente interactiva.
Sin embargo en las próximas presidenciales con seguridad veremos intentos serios por hacer campañas de manera más participativa y personalizada. Intentos cuyo objetivo será movilizar e interconectar a las bases para que sean ellas mismas quienes hagan la campaña.
Esta ambición está lejos de ser una quimera, si se considera el silencioso pero sostenido crecimiento de la red en Chile: este año ya se superó el millón de bocas de banda ancha, los blogs nacionales muestran un alto nivel de organización y, además, Chile cuenta con la comunidad más numerosa en Fotolog.com, una red de bitácoras de fotos.
A todo eso se sumará el espectro completo de técnicas y estrategias propias de la campaña 2.0: sofisticado manejo de microtargeting y bases de datos, marketing viral usando videos hechos por los propios electores, redes de blogs y videologs de denuncias, mailing selectivo, social networking, coordinación de voluntarios vía mensajes de texto, bitácoras de campaña minuto a minuto, donaciones online, comandos en Second Life y en otras comunidades virtuales.
Pero más allá de las nuevas tácticas, lo central es entender que la "campaña 2.0" no se trata sólo de tecnología o de tener un video simpático en YouTube. Se trata de un cambio fundamental en el tono y el carácter de la conversación. Y probablemente aquel candidato o candidata que logre abrir esa conversación y establecer un vínculo directo con los electores tendrá una ventaja decisiva.
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